Monday, July 25, 2016

Dr. José Macías Abasto: vocación desde la infancia

En el consultorio 108 del conocido Centro Médico “Los Olivos”, un sencillo cuadro en la pared señala la siguiente frase: “Esfuerzo: Algunos sueñan con alcanzar grandes logros, otros se mantienen despiertos, se esfuerzan y los hacen posibles”.

Cuando, hace casi 18 años, José Marcial Macías Abasto regresó a Bolivia, tras especializarse como internista y hematólogo, se compró ese marco, seguro de que el lema lo impulsaría hacia la realización profesional que ahora experimenta: es uno de los médicos más reconocidos de Cochabamba, con aún más sueños por materializar.

SEMBRANDO LA VOCACIÓN

El Dr. José Marcial Macías Abasto nació el 24 de febrero de 1965 en Cochabamba, ciudad en la que vivió la mayor parte de su vida, pero a la que tuvo que dejar en varias ocasiones, debido al trabajo de su padre, Marcial (†), un ingeniero agrónomo.

En su memoria se grabaron mudanzas hacia ciudades del interior, como La Paz y Tarija, y también una hacia Costa Rica. Donde fuera, desde pequeño, José se sintió intrigado por las amables personas que lo visitaban cada vez que se sentía mal y que tranquilizaban a su madre, preocupada por el resfrío o la fiebre del momento.

Aceptando la necesidad de establecerse, la familia regresó a Cochabamba, donde el interés del niño Macías en los pediatras y médicos se acrecentó gracias a un triste relato que su madre, Rosa, le había contado.

“La primera noción de Medicina que tuve fue a consecuencia de un comentario de mi mamá. Yo no llegué a conocer a mi abuela materna, falleció antes de que yo cumpliera un año…falleció de cáncer”, recuerda el ahora médico de Los Olivos, quien desde entonces asoció la palabra “cáncer” a las peores situaciones imaginables.

Cerca a los siete años, José se apropió para siempre de “la bata” de doctor, ya sea curando orejas de gatos peleones, jugando con futuros colegas –como el Dr. Marcelo Torrico, vecino suyo en La Recoleta– o estudiando con tesón en el Colegio La Salle, donde culminó el bachillerato el 1982, junto a futuros médicos de éxito como Luis Canedo, Gonzalo Villarroel, Julio César Carvallo y Jaime Balderrama. Macías sabía hacia dónde quería llegar en la vida, de lo que no tenía certeza era del “cómo”.

TRAZANDO EL CAMINO

“Salí bachiller en un periodo bien difícil, en la transición entre el gobierno militar de García Meza y el reinicio de la democracia y la UDP, con una inflación terrible (…) recuerdo que los ahorros de mis papás fueron muy afectados por la desdolarización”, cuenta Macías, quien tuvo que cambiar su plan inicial de estudiar Medicina fuera del país para estudiar en la prestigiosa, pero aún dolida por las dictaduras, Universidad Mayor de San Simón.

“Me involucré mucho en la UMSS, en la vida académica y en la vida política”, relata Macías, quien participó activamente en la creación de la Sociedad Científica de Estudiantes de Medicina de dicha facultad, el año 1986.

Macías destaca también la fundación del frente Movimiento de Renovación Académica (MRA)–con apoyo de los doctores Manuel Monrroy, Carlos Brockman y Alejandro Calvo– agrupación docente y estudiantil que propuso e impulsó, en la gestión decanal de Tonchy Marinkovic, la anualización de la carrera de Medicina y la creación del Curso Propedéutico, cerca de 1989, iniciativa que alivió los desniveles académicos y de matrícula que el ingreso libre provocaba antes.

El internado rotatorio que realizó en el Hospital Obrero N° 2 de la Caja Nacional de Salud, con su frenético ritmo de trabajo, lo preparó para lo siguiente.

Tras conseguir el título, Macías trabajó unos meses en Ibuelo (Chapare) y otros más en una posta de Cerro Verde, (zona sur de Cercado), tiempo en el que planificó su siguiente paso.

Así, partió rumbo a México el año 1992, junto a otros recién graduados como el endocrinólogo cruceño Douglas Villarroel, con quien entabló amistad en el avión.

Ya en la capital, ingresó a dos especialidades de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México (UNAM): Medicina Interna (que le exigió tres años de residencia en el Hospital de Especialidades Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social) y Hematología (para la cual se incorporó al Instituto Nacional de Ciencias Médicas Salvador Zubirán).

“Cuando estaba haciendo Medicina Interna, me involucré mucho con los pacientes que tenían leucemia y con aquellos que se sometían a trasplantes de médula ósea”, relata conmovido Macías, recordando el impulso de la Dra. Elizabeth Sánchez en este campo.

Fue en esta etapa que conoció al médico que más llegaría a admirar en su ramo: el Dr. Jorge Cortés, jefe del Servicio de Hematología del segundo centro de salud. “Un hombre tan extraordinario que actualmente es una de las referencias mundiales en cuanto a investigación de leucemia”, señala Macías sobre el médico del MD Anderson Cancer Center, en Houston (Texas), con quien todavía mantiene una productiva amistad.

CAMINO A CASA

“Más que mi familia, no había qué me ligue acá (Bolivia), porque mis amigos, todos, estaban afuera, así que mi mundo y mi vida estaban en México”, relata Macías, quien contaba con trabajo estable, amistades y buenas relaciones profesionales en ese país.

Además, habiendo conocido a su futura esposa, la mexicana María Elena García Zermeño, las posibilidades de retorno parecían pocas. Terminada la segunda especialización, con la oferta de Cortés de unirse a su equipo en Estados Unidos, el boliviano se encontraría ante una difícil decisión.

Tratando de aclarar sus ideas, el año 1998, el joven graduado regresó a Cochabamba, donde recientemente se había inaugurado el Instituto Oncológico Nacional, un centro urgido de profesionales en hematología (el Dr. Remberto Calvo era uno de los pocos en la ciudad). Aunque el contexto que lo recibió no fue el más acogedor –en plena Guerra del Agua (2000) – Macías se decidió por volver definitivamente.

“¿Qué tienes allá en Bolivia?” le preguntó su mentor cuando supo la resolución de Macías. “Nada”, fue su sincera respuesta, a lo que Cortés manifestó: “pues hay que empezar a hacer”. La consolidación del trasplante de médula ósea en Cochabamba y el consecuente aumento de las posibilidades de curación de enfermedades hematológicas en los pacientes locales, a través de la creación de un Servicio de Hematología, es el próximo sueño por el que Macías se mantendrá despierto y trabajando, junto a los doctores Rosío Baena, Elías Israel y Mónica Fernández.


No comments:

Post a Comment