Aníbal Arab Fadúl es para Pando lo que Jorge Wilstermann Camacho fue para Cochabamba: su primer piloto de aviación civil.
El aeropuerto de Cobija lleva su nombre desde 1988, año en que este meritorio hijo de la tierra pandina había dejado de pilotear los aviones del Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), jubilándose después de 42 años al servicio de la aviación nacional como el primer piloto boliviano nacido en Pando.
Hoy, el pequeño y vetusto aeropuerto que rememora sus azañas como pionero de la aviación pandina, está a pocos días de convertirse en la una de las cuartro terminales aéreas más importantes de Bolivia junto a los aeropuertos internacionales de La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, mediante una obra impulsada por el Gobernador de Pando, Luis Adolfo Flores Roberts.
A sus 80 años, con su salud algo delicada, radica actualmente en la ciudad de Cochabamba y desde allí envió un mensaje de felicitación a la Gobernación de Pando por la iniciativa estatal de transformar el antiguo aeropuerto de Cobija en la moderna terminal internacional cuya obra fina se halla en toques finales.
“En nombre de mi pueblo de Pando agradezco al presidente Evo Morales y felicito al doctor Luis Flores, nuestro Gobernador, por la encomiable decisión de ampliar y modernizar el aeropuerto de Cobija”, dijo el pionero de la aviación pandina desde su reposo en el valle.
Voceros de la Gobernación informaron a Sol de Pando que el meritorio piloto jubilado será invitado para asistir a la próxima inauguración del renovado aeropuerto que lleva su nombre. “Ojalá que mi salud me permita estar en Cobija cuando llegue ese día”, anticipó el capitán Arab.
Aeropuerto Internacional de última generación
Para el capitán Aníbal Arab existen fundamentales razones técnicas para ampliar y modernizar una terminal aérea que quedó obsoleta ante un flujo de más de 123.000 pasajeros nacionales y extranjeros que utilizan este aeropuerto anualmente. “Es muy importante garantizar no sólo la comodidad en el pre-embarque sino también la seguridad en los despegues y aterrizajes, que las aeronaves puedan cargar más combustible, llevar más peso, y desplazarse sobre la pista con la máxima eficiencia” —dijo el veterano aviador—. “Tengo entendido que la nueva franja de aterrizaje tiene una plataforma de 2.600 metros; lo ideal sería que a futuro la pista se amplíe a tres mil metros, eso facilitaría que muchas naves puedan despegar y aterrizar portando mayor carga”. (La antigua pista abarcaba una plataforma de sólo 1.900 metros).
Este aeropuerto situado en los márgenes de la ciudad de Cobija fue construido en 1984 durante el gobierno de Hernán Siles Suazo. Anteriormente ocupaba los terrenos de la actual Plazuela Ecológica, conocida también como “Parque Piñata”, en pleno centro de la ciudad. La obra de los años ochenta no fue diseñada para su uso como aeropuerto internacional ni previó el inusitado crecimiento poblacional de la capital amazónica.
Las actuales obras de reconstrucción para elevarla a rango de Aeropuerto Internacional se financian con un crédito contraído con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en agosto del año 2013, cuando se iniciaron los trabajos. Dicho organismo multilateral otorgó un crédito de $us 73,5 millones de dólares exclusivamente para la ampliación y modernización de los aeropuertos de Cobija, en Pando, y Trinidad en el Beni. El financiamiento total para las dos obras asciende a $us 80 millones, de los cuales 73’500.000 es crédito del BID y los restantes $us 6’500.000 con recursos de contraparte local.
La nueva terminal aérea de Cobija, con características y costos similares a las de Trinidad, abarca una superficie de 5.211 metros cuadrados y una moderna torre de control y equipamientos que incluyen su respectiva sala VIP. Además de extenderse la pista de aterrizaje de 1.900 a 2.600 metros de longitud incluyendo una plataforma de viraje, se amplía el playón para aeronaves y se edifican áreas de seguridad en un extremo de la pista, adecuación de los márgenes de pista y calles de rodaje, junto a un moderno sistema de señales para el movimiento de naves. Tendrá una capacidad para albergar a 235.000 pasajeros por año, tomando en cuenta las proyecciones para los siguientes dos décadas, lo cual incluye la circulación de 600 pasajeros en horas pico con 11 unidades de abordaje. Podrán funcionar hasta seis aerolíneas en forma simultánea.
A mediados del pasado año se libró al uso público el transito eventual dentro la nueva terminal, una vez que la terminal antigua fue desmontada para continuar las obras.
A pesar de que las nuevos aeropuertos “Aníbal Arab Fadúl” de Cobija y “Jorge Henrich Arauz” de Trinidad son similares en costos y dimensiones, existe un dato geoestratégico que marca una diferencia sustancial entre ambos proyectos: Cuando el nuevo aeropuerto internacional de Cobija sea inaugurado, según explica el gobernador Luis Flores Roberts, “nuestra ciudad tomará un inusitado dinamismo comercial y turístico ya que los vuelos, por ejemplo a Panamá con escalas internacionales en los aeropuertos de Brasilia, Sao Paulo, Lima, Santiago, Buenos Aires y Montevideo, tenderán a concentrarse en el nuevo aeropuerto pandino”. De ese modo se descongestionaría especialmente el saturado flujo en el aeropuerto internacional de Viru Viru, en Santa Cruz.
La biografía de Anibal Arab fue publicada en en el Nro. 20 de la edición impresa de Sol de Pando (mayo 2011) y reeditada en la edición digital del 2 de marzo del 2012.
La biografía de Anibal Arab fue publicada en en el Nro. 20 de la edición impresa de Sol de Pando (mayo 2011) y reeditada en la edición digital del 2 de marzo del 2012.
¿Quién es Anibal Arab Fadúl?
El 31 de octubre del 2007, el presidente Evo Morales, con todo su gabinete, promulgó la Ley número 3758 que ratifica la denominación de “Capitán de Aviación Civil Anibal Arab Fadul” al aeropuerto de la ciudad de Cobija, como reconocimiento y homenaje —señala el respectivo artículo— “al ilustre pandino, pionero de la aviación civil en nuestro Departamento”.
El origen libanés de aquel patricio pandino que es orgullo de la aviación boliviana, representa otra vena vigorosa de la interculturalidad de un país donde sus habitantes provienen de todas las tierras del planeta para coexistir productiva y armoniosamente con nuestras naciones originarias construyendo una patria para todos.
“Soy orgulloso de mis antepasados que llegaron a Bolivia a principios del siglo XX para asentarse en la zona más remota y abandonada del país. Mis padres hicieron de Cobija y de la Amazonia su mundo compartido con esos pueblos de la selva que aún hoy perviven intactos cuidando esos bosques tan fantásticos, donde pasé mi infancia jugando con unos avioncitos de madera que solía fabricar mientras soñaba con volar”, nos dijo el pionero aviador durante una entrevista que se publicó en la edición impresa de Sol de Pando en mayo del 2011 y reproducido en nuestra edición digital del 2 de marzo del 2012.
En 1908, finalizada la Guerra del Acre, llegaron a la recién fundada ciudad de Cobija (antes llamada Bahía) el migrante libanés José Arab y su esposa Rosa Fadúl, atraídos por el auge de la goma en esos años. Los Arab habían salido del Líbano usando pasaportes que solían obtenerse en Turquía para llegar a Francia y de allí al Brasil. “Mis padres vinieron a Cobija desde Belem de Pará, atravesando el río Xapurí”, cuenta Aníbal, recordando que su padre se había encariñado con este pueblo amazónico de Bolivia tanto que en 1925, año del Centenario de la República, donó aquel monumento dedicado al Libertador Simón Bolívar que hizo traer desde Italia y que aún hoy hace de centinela en la plaza principal de Cobija.
El hogar de los Arab Fadul tuvo seis hijos: José, Aníbal, Irán, Regina (recientemente fallecida en Cobija), Zulema y Ricardo.
“Yo nací el 2 de agosto de 1935 en Cobija, cuando los ecos de la Guerra del Chaco todavía estaban resonando en las familias enlutadas del país”. Su padre, cuenta, colaboró con la movilización de las tropas cobijeñas que se concentraron en la plaza de Porvenir. “Cuando nací no existía Pando como Departamento” —aclara—. “Mi partida de nacimiento decía que soy nativo de Cobija, en el Territorio Nacional de Colonias del Noroeste, es decir que soy un cobijeño colono de la etnia libanesa, y tan boliviano como usted”, asevera esbozando una gentil sonrisa.
En sus años escolares fue uno de los primeros alumnos del Colegio Antonio Vaca Diez. Recuerda entre sus condiscípulos de escuela y colegio a los hermanos von Boeck, Azad, a los Faráh, los Maradés, los Díaz, los Cohelo, los Watanabe, los Susuki… entre varios hijos de migrantes libaneses, alemanes, italianos, españoles portugueses y japoneses que figuran entre los primeros habitantes urbanos de Cobija. “Teníamos muy pocos coetáneos de origen boliviano francamente”, observa.
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