Sunday, September 11, 2016

“Yale”, la llave de candados, puertas e historias en Tarija



La vez que lo vi en acción fue a principios de los 90, cuando un pariente olvidó las llaves dentro de su vehículo nuevo. Él se desesperó a tal punto que se le pasó por la cabeza la idea de romper el parabrisas lateral de su auto para poder entrar; sin embargo, todas las ideas quedaron en simplemente eso cuando alguien consiguió el teléfono fijo de “Don Yale”.

Lo llamaron y en unos minutos llegó Mario Terán (más conocido como Don Yale) en su vehículo, sacó un maletín con herramientas y mientras persistía la disputa sobre de quien era la culpa, el hombre logró solucionar el problema tan rápido que nadie se dio cuenta de cómo lo hizo sin dañar el vehículo.
Al igual que esta historia, una numerosa cantidad de personas en Tarija pasaron una situación similar, con las llaves de su coche o de su casa, por lo que en algún momento de su vida recurrieron a “Don Yale”, para salvar la situación.
Mario Terán, conocido como “Don Yale”, es la persona que inauguró hace poco más de 42 años atrás la cerrajería que lleva el nombre de una marca internacional pionera en cerraduras, fabricadas en Alemania, Italia y Estados Unidos. De ahí que Mario adquirió el apodo, directamente de su negocio.
Tras abrir su cerrajería, Mario enseñó su oficio a sus hijos. Uno de ellos, Pablo Terán, es quien actualmente preserva el negocio familiar a partir del conocimiento del arte de ser cerrajero.

El hijo
Pablo, a quien también le dicen “Yale”, cuenta que heredó el apodo de su padre, así como también el oficio. Él es administrador de empresas, tiene 43 años y es quien sostiene el popular negocio familiar.
Relata que la historia inicia en La Paz, cuando Mario (su padre) con 16 años, le contó a su padre (quien era el jefe de máquinas del ferrocarril de La Paz), que quería ser operador de una maquina, pero éste le contestó que para eso debía empezar desde lo más bajo. Nunca pudo ocupar ese cargo.
Así, ante la negativa de su padre, Mario decidió emanciparse y se fue hacia Argentina en busca de mejores días. Había acabado la escuela y tenía cierto conocimiento en cerrajería, que había adquirido de parte de su padre; sin embargo ese no fue su primer oficio, pues se dedicó a manejar equipo pesado para la construcción de oleoductos, trabajo con el que llegó hasta Tierra de Fuego; el último paraje del sur argentino, característico por su clima extremo.
Pasaron los años y cuando retornó a Bolivia Mario se quedó a vivir en Tarija, donde primero abrió una joyería, y luego una cerrajería, que de hecho era la única de sus tiempos. Él la administró hasta el 2010, año en el que falleció a la edad de 75 años, un mes después de que fue declarado ciudadano ilustre por el Concejo Municipal y la Alcaldía de Cercado.

La actualidad
Pablo es quien actualmente está a cargo de la cerrajería y dice que es un oficio al que le llegó a tener cariño, ya que más allá del tema monetario, explica que ve a su trabajo como algo que ayuda al prójimo. Él y su hermano, empezaron desde sus 14 años a realizar trabajos livianos, como copias de llaves y otros; sin embargo quería tener el título profesional en otra área y su padre lo apoyó hasta que se licenció como administrador de empresas.
Hoy y pese a todo su pasado universitario, Pablo decidió continuar su vida con el oficio que le fue heredado. A la fecha, el negocio de la cerrajería logró abrir nichos, autos, casas, cajas fuertes, iglesias, muebles y otros.
Explica que la cerrajería consiste en la reparación y mantenimiento de elementos de seguridad como cerraduras o candados, tanto de uso en puertas comunes como también en vehículos, muebles o cajas de seguridad.
Y entre los que pasaron por contratar los servicios de la Casa Yale están desde personas comunes hasta entidades financieras. Los servicios que se solicitan por lo general son el: colocado de cerraduras para puertas donde se guardan cosas de valor, además de abrir cerraduras cuyas llaves han sido olvidadas o extraviadas.
“Algo que siempre he pensado es que uno debe superarse. Mi padre nos enseñó el oficio y él tuvo un grado académico solamente de colegio, no realizó estudios superiores, pero siempre tuvo esa perspectiva de superación mediante trabajo. Me dio la oportunidad de estudiar en la universidad, de hacer estudiar a mis hijos, por eso creo que la gente siempre debe tener en cuenta sus principios, valores y la educación que les dan en la casa, eso engrandece a la sociedad y a las personas”, reflexiona.

Anécdotas
Un oficio como éste, implica vivir muchas anécdotas, según relata Pablo, quien recuerda que atendieron algunos casos en los que las mamás se olvidaron a sus hijos encerrados dentro del auto, con la llave del coche adentro. Lo mismo pasó con niños que se quedaron encerrados en domicilios sin poder abrir sus puertas, con ancianos atrapados por falta de una llave, por mencionar algunos incidentes.
Pero las cerraduras también resguardan objetos preciados y es así que Pablo guarda muchas otras anécdotas y secretos pues con su trabajo también logró acceder a cosas de valor como joyas y dinero. Estos incidentes él los guarda en reserva pues afirma que el precepto de su oficio es la ética y la eficiencia. Esto le ha permitido ganarse la confianza de sus clientes.
“Una vez fui a un retiro con la comunidad cristiana de tres días, al terminar recuerdo que en la iglesia Juan XXIII celebraban una eucaristía. El padre celebraba los oficios litúrgicos y no podía abrir el sagrario donde se guardan las hostias, que es una especie de caja. De repente el padre dijo, ahh aquí está Yale, y bueno yo logré abrir el sagrario. En este oficio se siente algo especial”, recuerda Pablo.
Sin embargo no todo es color de rosa en este oficio, ya que se tiene que tener mucho cuidado al verificar que quien pide los servicios, sea propietario del inmueble, vehículo o de lo que se vaya a abrir. Para ello Pablo se vale de algunas preguntas de filtro y la intuición, que le han ayudado a no incurrir en errores, pues cree que tener la capacidad de poder abrir lo que sea, es algo que se tiene que manejar con valores y sabiduría. Por eso, Yale es un emprendimiento familiar donde se evita contratar personal para resguardar a los clientes.
“Tengo varias cosas que me marcaron, la principal es la educación de los padres: Mi papá me inculcó el trabajo, mi madre que sigue viva el estudio. Tener una esposa y los hijos te cambian la vida, ya que ves en ellos un compromiso con la sociedad, la continuación de la familia”, expresa Pablo, a tiempo de detallar que es casado y tiene 3 hijos.
Ante la pregunta sobre si su oficio se transmitirá una generación más, como hizo su padre con él, responde “el tiempo lo dirá”, pero afirma que si sus hijos lo desean, el arte familiar continuará.

La primera máquina
Antes el trabajo se realizaba manualmente tardando unos minutos, ahora se tiene una máquina italiana autónoma, que hacen una copia en 15 segundos. En la imagen la primera máquina de la cerrajería Yale yace emplazada en la mesa de trabajo, en la que se forjaron miles de llaves. Fue adaptada por don Mario con el tiempo

Fachada de la casa Yale
“Un oficio al que se le toma cariño”, así describe el hijo de don Mario a su labor. Todos los días los clientes llegan hasta aquí a buscar soluciones. Se atiende en horarios de oficina, y las urgencias en distintos horarios según su magnitud. Pablo cuenta que su hermano mayor asiste a trabaja, aunque su ocupación principal la arquitectura.

Oficio que se actualiza
Al existir tantos tipos de cerraduras, candados y elementos de seguridad para puertas, existe un grado de especialización diferente en el oficio de los cerrajeros. Pablo Terán asistió en los últimos años a capacitaciones en sistemas de cerraduras digitales. Las cajas de seguridad y los vehículos de alta gama son los más difíciles de abrir.

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