Alberto Guerra Gutiérrez, nació en diciembre de 1930 en la ciudad de Oruro, fue profesor normalista, poeta e investigador de la cultura. Se desempeñó como maestro en diferentes establecimientos educativos de los distritos mineros (Huanuni, San José) y del área rural como la escuela en el ayllu de Warisata. Integró el grupo de intelectuales de la segunda generación de "Gesta Bárbara" (se incorporó en 1947). Fue miembro del Comité Departamental de Etnografía y Folklore.
Miembro de número de la Asociación Latinoamericana del Instituto Internacional de Etnohistoria, Presidente de la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Oruro, miembro del movimiento de 15 poetas de Bolivia. Fue presidente del Centro Pedagógico y Cultural Alianza Francesa, presidente del Comité Departamental de Etnografía y Folklore, miembro de número de la Academia Boliviana de la Lengua correspondiente de la Real Española, presidente de la Sociedad de Escritores de Bolivia. Esta labor fue reconocida en 1999 con el Premio Nacional "Gunnar Mendoza" a la promoción cultural por parte del Estado Boliviano. También fue laureado en distintos eventos literarios y culturales. De igual manera destaca su labor en el periodismo, al haber dirigido publicaciones como la revista "Etnoflok" y "El Duende".
Edwin Guzmán Ortiz, describió como amigo literario a Alberto Guerra Gutiérrez, que además fue un consumado artista. Sin dejar de vivir como todos los mortales, decidió hacerlo con intensidad, con generosidad, con fruición. Vivió construyendo sus días con materiales nobles, gestos sencillos, palabras cálidas y la valentía de convocarnos a afrontar esa cosa inasible y misteriosa: nuestra identidad. No fueron pocas las estrellas que guiaron su errancia en este mundo: la poesía, el resplandor de las culturas tradicionales, la justicia, el amor.
A la prédica del triángulo extra religioso le añadió su piadosa adscripción al universo de la cultura popular de la que aprendió incesantemente y no dejó de difundirla. No estoy seguro del momento en que me acerqué a la humanidad de Alberto, pero sé que fueron muchos años -cerca de treinta- que disfruté de su amistad. Este privilegio me permitió constatar que la manera de llegar más cerca de él atreves de la poesía. Al repetir innumerables versos, recordar viejos poemas, algo decía sus ojos que no lo decían cuando era el Alberto cotidiano. Sabía con certeza que la poesía en su más alta concentración requería de una entrega total, un sigilo sagrado par no ahuyentar la mínima forma, el menor sentido; el secreto de decirla con la gravedad precisa.
Recuerdo; su voz temblaba y una carga inédita de emoción sostenía cada una de sus palabras. Así afloraban los versos de Vallejo, de Nazim Hikmet, sus propios poemas y las noches pasaban bajo la campana luminosa de noches inmemoriales. La poesía constituía su lenguaje interior. Debería decir más bien: su lengua, con ella tramaba su interioridad, desde ella interpelaba, representaba, descubría o acariciaba al mundo. Con ella también prefiguraba el discurrir de la realidad multiforme, para capturar lo esencial y guardarlo en el tabernáculo de la memoria. Son testimonios de ello casi una decena de libros.
Mas, consciente de ese valor, buscó compartir ese plan trascendente con otros, por ello fue incansable en la organización de encuentros poéticos, en la elaboración y difusión de antologías de poesía, en la búsqueda de diferentes formas de comunicar ese alimento que consideraba irrenunciable. En el afán se alió a otros espíritus afines, y fue con Héctor Borda, Antonio Terán, Gonzalo Vásquez Méndez, Alcira Cardona, Humberto Jaimes, Carlos Mendizábal que formó parte de una conjunción vital, ya en segunda generación de gesta bárbara denominado el Movimiento 15 poetas de Bolivia, ya en las otras organizaciones que alentó y de los cuales fue un incansable protagonista.
Estrechamente unida a esa vivencia poética, se hallaba su vocación de investigador y militante de la cultura popular. Fue profundo conocer de ese mundo crepuscular e impredecible de interior mina. En algún momento de su vida había trabajado en ella, de ahí es que le resultaban familiares los espíritus que la habitaban, sus meandros, la universidad de la coca y el terrible destino del minero fustigado por un desgaste lento e irreversible. Ése fue uno de los epicentros que germinaron su visión crítica de la historia. También de ahí recuperó al Tío de la Mina sobre quien indagó y terminó escribiendo un libro que revela el significado de esa deidad. Además se impuso la publicación de los poemarios "Baladas de los Niños Mineros y Manuel Fernández y el Itinerario de la Muerte", que reflejan el mundo proscrito y dolores de los seres que pueblan el orbe minero. En Oruro el universo de la mina se anuda con el de las culturas originarias. Alberto Guerra no solo se impuso develar ese cruce expresado en el folklore, se impuso además reivindicarlo. En efecto las culturas populares siempre han sufrido una suerte de estigmatización sistematización. El viejo Carnaval de Oruro de cuño popular no tiene derecho de entrar a la plaza principal, debía rodear la mina Itos para acercarse al templo de la virgen morena.
Alberto Guerra, desplegó un trabajo monumental para develar el valor de esas manifestaciones. Explicó algo esencial; el corpus mítico y religioso del Carnaval de Oruro, habló de la humanidad de los diablos, de morenos, transparentó los signos del ethos popular y no que ahí, terminó escribiendo un libro sobre la cultura Chipayas, con quienes convivió recuperando sus mitos, su vida cotidiana, su manera de relacionarse y ver el mundo. Esa convivencia con lo aymara, quechua y por un profundo respeto por el espacio y el tiempo sagrado del mundo andino, terminó convirtiéndolo en un oficiante, en un yatiri. Su palabra profética/poética insufló rituales. Los primeros viernes era frecuente compartir con él alcances a la Pachamama. En medio de la vaporosa humarada de k´oa e inciencio, desde el acullico, pedía a los espíritus tutelares, junto a la comunidad de almas que lo rodeaban: bienestar, salud, suerte y buenaventura. Sumaj pachakipan, decía, todos nos abrazábamos y sentíamos íntimamente que algo había cambiado.
Esta manera de ser el mundo explicaba que Alberto apostara por la instauración de una sociedad diferente. Y en ello se empeñó dese el arte, la docencia y el trabajo social.
Creía profundamente que la justicia debía ser un valor compartido. Por ello vindicó su clandestinidad e incluso terminó mucho tiempo encarcelado, allá por los años de 1970. Esa época escribió su famoso poema, Mi Casa: Ésta no es casa / mi casa tiene altos ventanales / y un árbol de ramas jóvenes / limpiando celosías de lluvia / en sus cristales. / Mi casa tiene ojos claros como el alba / y una rosa enamorada / atisbando por rendijas de su puerta / que es mi propio corazón / hechos de madera dulces y esperanza. Para Alberto no había fronteras. Transgredió ese mundo de verdades inventadas en serie. Abrió las compuertas para mirar con dignidad ese otro rostro de Oruro, velado por siglos. Se propuso testimoniar acerca de la gente, las costumbres, los dioses, las palabras y los silencios de todos aquellos que compartieron junto a él esa profunda comarca del altiplano. Buscó unir a unos y otros en torno al fuego sagrado. Y en medio de esas faenas, imperceptiblemente, que se nos fue al más allá.
El "maestro" Alberto Guerra Gutiérrez, fue un intelectual polifacético, ante todo poeta y antropólogo; su embrujo por los mitos se fundó en la entraña misma de la mina donde quedó impregnada de la sabiduría del yatiri. Su calidad de investigador prolijo le hizo descubrir y poner en clara evidencia los valores aún subyacentes de las tradiciones del Carnaval de Oruro. En ese sentido fue uno de los mayores impulsores de los fastos folklóricos, tanto que sus investigaciones contribuyeron a descubrir los orígenes y la magia del mayor carnaval de los andes. Sus libros relativos a estos campos de su dominio fueron: Guía del investigador de campo en folklore (1970), Antología del Carnaval de Oruro -3 tomos (1970), La Picardía en el Cancionero Popular (1971), Mundo Vocabular (1973), Geografía de Alma de Bolivia (1973), Estampas de la Tradición de una Ciudad (1974), Trayectoria de una deidad Calumniada (1974), El Tío de Nina (1977), Oruro, Realidad Socio-Cultural (1979), El Carnaval de Oruro a su Alcance (1986), Curso de Folklore Boliviano (1987), Pachamama (1988), Folklore Boliviano (1989), Etnografía Orureña (1989), Chipaya un Enigmático Grupo Humano (1989), Turkaqaña, una Técnica de Medicina Andina (1998), Estampas de la Tradición de una Ciudad(1998), y Guía del Investigador de Campo en Turismo Regional (2005), son el vivo testimonio de su dedicación. En todo caso la literatura fue una de las máximas ocupaciones y preocupaciones del malogrado vate, donde ha sabido privilegiar su militancia poética desarrollando de modo incesante los tropos del intimismo, la lírica, cuándo no la denuncia social con una producción vasta y variada un libro casi reciente de él: Obra Poética, con una disposición por demás singular. "Siete poemas de sangre" o la historia de mi corazón (versión actualizada del relato de una existencia alucinada) que originalmente vino a la luz en 1964, tuvo como prólogo o pórtico este precioso verso: Antes de venir al mundo / mi corazón ya fue latido / quiso ser árbol, después estrella / y ascendió tanto en su afán / que llegó a ser niño.
El poeta, escritor, investigador y profesor enseñó en centros educativos, campesinos y mineros y urbanos. Cumplió diversas funciones jerárquicas en instituciones públicas y privadas. Realizó investigación antropóloga y dirección de proyectos culturales en los campos del folklore y etnografía. Organizó y participó en actividades literarias y científicas tanto en el país como en el extranjero. Fue presidente de la Sociedad de Escritores de Bolivia (2000-2002). Fundador y presidente de la Unión de Poetas y escritores, cargo que ejerció durante tres gestiones consecutivas (1995-2001).
Desde 1996, diez anuarios de la Unión, producto de su enorme diligencia, destacan su personalidad el aporte investigativo con temas como: Antecedentes y actualidad del Movimiento Literario en Oruro (1996) La Poética en la prosa periodística de Mendizábal Santa Cruz (1997) que el año 2002 se convertiría en el Libro "Luis Mendizábal Santa Cruz", con lápiz de Humo; Égloga elemental (1998); La literatura Infantil en Bolivia (1999); siete poemas de sangre o la historia de mi corazón(2000) Desdén por la buena poesía o el marginamiento injusto de un poeta. Homenaje a Walter Fernández Calvimontes (2001).
Prosigue con El soneto, una sutil y estricta forma de expresión poética (2002); La carta, instrumento de expresión poética, sentimental y revolucionario (2003); Alto grado poético en la lira del Vanguardia en Bolivia (2004) y una visión particular de la historia de la poesía en Oruro (2005). Para el anuario 2006 tenía preparada una guía investigativa con "Apuntes necesarios para la historia de la literatura Orureña". Tuvo una empeñosa tarea como presidente de la Asociación Mundial de escritores PEN- internacional, filial Bolivia Centro Oruro.
Dirigió y editó anualmente en homenaje al Día Mundial de la Poesía, que se celebra el 21 de abril, cinco ediciones, en las que se muestran estilos poéticos de sus miembros (Homenajes 1998 y 1999) cuando no el tratamiento de temático específicas como: 10 poetas bolivianos del siglo XX (2000), Algunos aspectos de la poesía boliviana (2001), y la poesía entre rejas (2002) es un testimonio de la indómita conducta del poeta por la libertad.
Finalmente, el año 2004 posibilitó la publicación del poemario inédito "Socavón Ilimitado" de la recordada escritora y poeta Milena Estrada Sainz "Una actitud de justicia y reconocimiento a su ardoroso canto a la vida". Poeta laureado, recibió varios galardones entre ellos. Premio nacional de Cultura "Gunnar Mendoza", Medalla Prefectural al Mérito Intelectual, en el año de 1999 fue declarado Ciudadano Notable por la Honorable Alcaldía de Oruro.
Fue Miembro de Número de la Academia Boliviana de la lengua desde el 2000 y miembro del consejo Editor del Suplemento Orureño de Cultura "El Duende". A Alberto Guerra el Duende ya "se le aparece" en junio de 1988. El poeta toma la palabra escrita como su más enérgico referente para convertirse en su único impulsor durante las 48 ediciones hasta agosto de 1991 con el lema "Cultura se hace poniendo". Fue un boletín de formato pequeño que quincenalmente circulaba entre amigos y espacios culturales de la ciudad, hasta que en abril de 1995 El Duende creció y se emperifolló de un sombrero mayor.
Este Duende redivivo, ahora en formato tabloide, Suplemento literario que se distribuye junto a las ediciones dominicales del matutino "La Patria", siempre quincenal. Fue primero de cuatro y luego ocho páginas y con el cuerpo editor a la cabeza del Ing. Luis Urquieta Molleda, tuvo en Alberto entre sus hombres de iniciativas; fue él quien tuvo la enorme labor de reunir y dedicar durante ochos años (1995-2003) en la sección "Letras Orureñas" a 223 autores nacidos o no nacidos en la tierra orureña, destacando referentes biográficos y una muestra de creación.
Con tan valioso material nuestro escritor tenía en preparación un Diccionario de autores orureños. Alberto Guerra, esencialmente poeta en su amplia producción de más de cuarenta libros condensó su inspiración en: Gotas de Luna (1955), siete poemas de sangre o la historia de mi corazón (1964), El mundo del Niño (1966), De la Muerte Nace el Hombre (1965), Baladas de los Niños Mineros (1970), Yo y la Libertad en exilio (1970), Antología de la Poesía del Amor (1972), Tiras de poesía Lilial (1978), La tristeza y el Vino (1979), Manuel Fernández y el Itinerario de la Muerte (1982), Ochenta breves poemas y la vigencia del amor (1982), Poesía Volante- antología cotidiana (1982), Hálito que se desgarra en pos de la belleza(1989), Baladas de los niños Mineros (1998), Égloga elemental (1998), Antología de la poesía viva en Bolivia (2001), Bolivia canta a Oruro por la voz de sus Poetas (2002), Oruro en el sentimiento de sus poetas (2002), Obra Poética (2003) y la Poesía en Oruro(2.005).
HOMENAJE EN VIDA
A iniciativa del responsable y director de la biblioteca popular de darle un nombre propio, para esto se hizo un estudio de nombres de escritores destacados, en el cual sobresale el nombre de Alberto Guerra Gutiérrez. Para hacer pública su nominación se lleva adelante una conferencia de prensa el 28 de Mayo del 2003, en el salón de conferencias de la Prefectura de Oruro (Gobernación), estuvieron presentes destacadas personalidades e intelectuales y los invitados especiales. En esta ocasión nuestro anfitrión, Alberto Guerra Gutiérrez decía: "Esta nominación, lejos de ser una carga de ególatra orgullo, me compromete a trabajar más por la cultura de las futuras generaciones que conducirán a Oruro y Bolivia al progreso de su gente".
Por su parte Rubén Quispe Herrera, director y responsable, sostiene que el cambio de nombre se valoró considerando la trayectoria del escritor y poeta en el acervo literario y su desempeño en las instituciones públicas, educativas y culturales en la ciudad como en el interior del país, por lo que recibió varios galardones como el Premio Nacional de Cultura "Gunnar Mendoza", en 1999 fue declarado Ciudadano Notable por el Municipio de Oruro, colaboró mucho con la donación de su colección de sus libros como también en las jornadas culturales de esta biblioteca. Que a partir de entonces se denomina Biblioteca Popular "Alberto Guerra Gutiérrez".
Nos enteramos con mucha tristeza el día 7 de septiembre del 2006 del fallecimiento en su tierra natal de Alberto Guerra Gutiérrez (1930- 2006). La noticia consternó y enlutó principalmente a los espacios culturales del país, su muerte se debió a un paro cardiaco. Ante la pérdida irreparable del inefable Alberto, amigo, maestro del alma y corazón, la parte humana de su vida, aquella que fue la dimensión de su personalidad, relucirá en adelante con el mismo esplendor que en sus realizaciones literarias, porque su amistad sincera fue una lección de dignidad.
BIBLIOGRAFÍA
Libro: "Orureños en la Cultura
Boliviana" de Elías Blanco Mamani 2006.
Libro: "La poesía en Oruro Antología" de Alberto Guerra Gutiérrez y Edwin
Guzmán Ortiz 2004
Periódicos: "La Patria", suplemento "El Duende" 2006. "La Prensa "Oruro, 2006 comentarios del Ing. Luis Urquieta
Molleda y Lic. Edwin Guzmán Ortiz
Documentos y Archivos del Centro de Documentación y Biblioteca Cultural
Itinerante "LUIS RAMIRO BELTRÁN SALMÓN" (2002 al 2006)
(*) Gestor Cultural, Licenciado en Derecho U.T.O., Director Ejecutivo del Centro de Documentación y Biblioteca Cultural Itinerante "LUIS RAMIRO BELTRÁN SALMÓN" y ex director de la biblioteca Popular "ALBERTO GUERRA GUTIÉRREZ" en la ciudad de Oruro.
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