Por cuestiones del destino, Horacio Toro llegó a convertirse en uno de los médicos más destacados de Bolivia en ayudar a las mujeres a dar a luz porque siempre persiguió un solo fin: proteger la salud de la mujer embarazada y del recién nacido.
La experiencia y conocimiento que alcanzó en Bolivia en esa área lo llevó a formar parte del equipo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), desde donde plasmó sus conocimientos en políticas y programas de población y salud reproductiva en beneficio de casi 20 países, como Chile, Paraguay, Brasil, Panamá, Costa Rica, Cuba, México y otros.
Ese trabajo lo llevó a salir de Bolivia por más de 20 años, pero decidió regresar para "devolver todo lo que recibió”, afirma el médico. Con ese objetivo, fue elegido presidente de la Academia Boliviana de Medicina, desde la cual, junto a un grupo de 23 profesionales, busca transmitir su experiencia, conocimiento y valores éticos a las nuevas generaciones de galenos y a las autoridades de salud de Bolivia.
Los miembros de la Academia Boliviana de Medicina en sus Bodas de Plata.
"La medicina no es para ganar plata, la medicina es sensibilidad, es comunicación porque el centro de la atención médica es el paciente, su bienestar. En eso estamos trabajando desde la Academia Boliviana de Medicina”, afirma Horacio Toro.
"Consideramos que es necesario que el profesional de la salud y de la medicina, cualquiera sea su especialidad, siempre sea ético con la misión de velar por el bienestar de la persona que está atendiendo”, añade el médico.
Por la salud de la mujer
La historia del médico Toro no es la clásica de quien, desde niño, soñaba con ser médico. Él se vio siguiendo esa profesión porque -revela- de estudiante, en el colegio, no le gustaba la matemática ni la física.
"No me gustaba la matemática, para nada, ni la física, pero al final acabé aprendiendo esas materias porque para medicina son muy importantes e imprescindibles”, cuenta.
El ginecólogo obstetra estudió en el colegio La Salle de la ciudad de La Paz. Salió bachiller a comienzos de la década de los años 60 e inmediatamente decidió tomar la carrera de Medicina en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Horacio Toro también evaluó el programa de salud para la mujer en Brasil.
"Desde que comencé a estudiar sentí la orientación de trabajar con la salud de la mujer para evitar la muerte materna y del niño recién nacido”, revela.
Así comenzó su especialización de ginecología y obstetricia y realizó sus primeras prácticas en la Maternidad Natalio Aramayo de la UMSA, hoy Hospital de la Mujer.
"Entonces yo veía a la persona de manera individual, no conocía su entorno, no sabía de dónde venía. El conocimiento que le da a uno la visión de contexto es la salud pública, por eso hice salud pública”, dice.
Para alcanzar ese objetivo realizó dos maestrías: la primera en salud pública, "con concentración en materno-infantil”, en Puerto Rico; y, la segunda, en dirección y gestión de bienestar social y servicios sociales, en Alcalá, España.
Toda su formación, sumada a su experiencia en la salud de la mujer y el recién nacido, lo llevó, en 1979, a ocupar el cargo de jefe nacional de Salud de la Mujer y, en 1982, a ser designado director nacional de Salud de Ministerio de Salud de Bolivia.
En la década de los años 80, el médico, con el apoyo de la OMS, llevó a cabo un estudio sobre las principales causas de muerte infantil en Bolivia y, visitando más de una centena de ciudades, evidenció que en el país los niños morían en su gran mayoría por diarrea y enfermedades respiratorias agudas. Fue a base de ese estudio que se implementó una serie de políticas públicas para revertir los elevados índices de mortalidad infantil.
Experto de la OPS y OMS
En 1982 Horacio Toro fue invitado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para trabajar como gerente del estudio de mortalidad en la infancia. En 1985 fue designado consultor de país en salud materno infantil en Ecuador y en 1987 asumió el mismo cargo en Brasil, donde, en 1988, fue condecorado con la medalla de la Academia de Pediatría. En 2001, 1a OPS lo nombró el Mejor Gerente de la Región de las Américas de 2001.
La Academia de la Medicina, un espacio de pensadores
En 1939, siguiendo los movimientos mundiales, en Bolivia, un grupo de médicos destacados decidió impulsar la creación de la Academia Boliviana de la Medicina; sin embargo, su objetivo se materializó recién 50 años después, en 1989.
"La Academia tiene la labor de generar un pensamiento filosófico de la práctica de la medicina, sobre todo un pensamiento ético que permita orientar a los formadores de profesionales de salud, a los generadores de políticas públicas y, especialmente, motivar a las diferentes sociedades científicas médicas a que mejoren los estándares de calidad y que se tome al ser humano como el centro de la atención médica”, explica Horacio Toro, presidente de la Academia Boliviana de la Medicina.
La Academia cuenta actualmente con 23 miembros, entre quienes destacan por haber logrado un "gran recorrido” como profesionales, docentes, gerentes de salud y que, ante todo, tienen la voluntad de ser académicos.
En Cuba trabajó con políticas nacionales de salud reproductiva.
"Hay muchos profesionales que tienen estas características pero no les interesa ser académicos. ¿Qué significa ser académico? Tener un conocimiento y saber de la vida y ponerlo a disposición de las nuevas generaciones”, señala Horacio Toro.
La Academia Boliviana de la Medicina cuenta con una secretaría en el Colegio Médico de Bolivia, ubicado en la ciudad de La Paz, desde donde analiza y recibe consultas sobre temas o problemas de salud para emitir "una voz orientadora” para los profesionales y autoridades de salud.
Actualmente la instancia se encuentra analizando el tema de la medicina tradicional.
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