A los 38 años, este arquitecto paceño divide su tiempo entre su profesión, por la que ha recibido varios reconocimientos, y sus actividades en el Centro Hispano de East Tennessee, en Estados Unidos, donde alrededor de 5.000 personas se han beneficiado con servicios y programas, como clases de inglés, asesoría legal, educación financiera y seminarios de salud.
"Parte del trabajo de un arquitecto es sentar las bases y tener una visión para desarrollar proyectos. Creo que es lo mismo que hacemos en el centro, ubicado en Knoxville, donde tenemos la visión de posibilitar que las personas hispanas reciban educación y tengan un mejor futuro”, detalla el arquitecto Carlos Pinilla.
En 1995, Pinilla tenía 17 años cuando, al graduarse del Instituto Americano en La Paz, viajó al país del norte para estudiar inglés durante un año y se estableció en Washington. Su afición al dibujo y las artes plásticas despertaron su interés por la arquitectura. Al observar las oportunidades de educación que tenía en Estados Unidos decidió quedarse y emprender su carrera universitaria.
Un equipo premiado
Recuerda que en el momento del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, recibía su diploma de la Universidad de Tennesse. Al observar el trágico suceso pensó que se trataba de una película, no podía creer lo que sucedía. Sin duda, no fue el mejor momento para iniciar una carrera, según recuerda.
Fue en una marmolera donde encontró su primer empleo. Al ser bilingüe podía comunicarse con sus colegas, pero sobre todo ser intérprete de los obreros, que en su mayoría eran hispanos.
Para un proyecto de esa compañía hizo dibujos de los Archivos Nacionales (National Archives), en cuyo edificio se encuentra la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Rememora, en un contacto telefónico con Página Siete, que la tarea tuvo que hacerse rápidamente, ya que en el lugar se iba a filmar la película La leyenda del tesoro perdido, protagonizada por Nicolas Cage.
Tiempo después ingresó a la compañía de arquitectos Blankenship and Partners, en Tennessee, en la que lleva 12 años. Desde entonces forma parte del equipo galardonado que diseñó parte de la infraestructura del Centro de Música Natalie L. Haslam, el Pratt Pavilion y Thompson-Boling Assembly Centre y Arena para la Universidad de Tennessee. Por cada uno de estos proyectos Pinilla fue premiado.
En sus visitas a Bolivia y Sudamérica procuró siempre asistir a seminarios para tener una educación equilibrada.
"En la educación universitaria que tuve no se hizo referencia a las ruinas de Machu Picchu, de Tiwanaku, nada de Latinoamérica. Y me di cuenta que si no aprendía sobre esto estaba perdiendo mi ‘ADN genético’ como arquitecto, mi identidad”.
La comunidad hispana
Pinilla ha sido presidente del Centro Hispano de East Tennessee y hoy se desempeña como vicepresidente. Conoció la institución por la invitación de una joven mexicana, Anabel Lino, que hoy es su esposa. Junto a ella comenzó a trabajar en ella hace cinco años.
Hoy el centro, que se fundó hace 16 años, cuenta con 68 voluntarios y 120 estudiantes. Se ha convertido en un pilar importante de la comunidad hispana y donde se llevan a cabo 13 programas y servicios, en los cuales se enseña a los inmigrantes a leer y escribir, inglés y se les apoya para que se gradúen de secundaria, entre otros.
Entre los servicios que se ofrecen está la atención de abogados de inmigración, del departamento de salud, contacto con los consulados, entre otros.
"Creo que es una gran ayuda para una comunidad que tiene bastante crecimiento e importancia en Estados Unidos y que no tiene el apoyo o los recursos necesarios para avanzar”, argumenta.
Fueron aquellos trabajadores hispanos con los que trabajó en la marmolera que le enseñaron cuáles eran los problemas que enfrentaban los inmigrantes.
"Es un orgullo ser boliviano y trabajar por el beneficio de la comunidad hispana. Que nosotros seamos capaces de llegar a 5.000 personas a través de los servicios y programas creo que es un logro importante del centro, para los voluntarios y los estudiantes”, afirma el arquitecto.
La mayoría de los beneficiarios del centro, que se mantiene gracias a donaciones, son de nacionalidad mexicana y guatemalteca. Desde 2013, Pinilla ha recibido varios premios latinos por su trabajo en el centro. En 2014 obtuvo un reconocimiento por el servicio comunitario otorgado por el Consulado de México en Atlanta.
Para Pinilla si un latino sabe leer y escribir puede aprender inglés; luego termina el colegio, aplica a la residencia y así tiene el poder del voto en Estados Unidos. Ello servirá para que eventualmente aspirantes al cargo como Donald Trump no sean electos. El arquitecto piensa que el empresario republicano debería recordar que su familia fue inmigrante y que haber llegado antes a ese país no significa que tiene más derechos que quienes lo hicieron después.
Acaba de ser nombrado diseñador titular en la compañía en la que trabaja, el centro está en pleno crecimiento y espera, junto a su esposa, su segundo hijo. Estar establecido en Estados Unidos no impide que tenga los ojos y sus raíces en Bolivia, el lugar al que le gustaría volver para transmitir sus conocimientos y experiencias ganadas a fuerza de voluntad y entrega.
"El diseño de un edificio se materializa, pero nada es más hermoso que desarrollar un centro que permite a las personas a prosperar. Crear algo que tiene efecto en la gente requiere de mucha responsabilidad porque ayuda a toda la comunidad”, finaliza.
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