Con una mirada positiva y esperanzadora del trabajo infantil en Bolivia, el fotógrafo Patricio Crooker retrató a niños y niñas de Potosí que en sus tiempos libres se desempeñan en diferentes oficios con esmero y orgullo.
Este trabajo documental -que fue publicado en 2013 en la revista alemana Die Zeit por pedido de las agencias Archivo Latino y LAIF- fue escogido como uno de los tres finalistas del concurso para medios de comunicación de Kindernothilfe, una organización humanitaria alemana que ayuda a niños en situación de riesgo en todo el mundo.
"Fue un reconocimiento a una historia linda de Bolivia, que muestra el ejemplo de estos niños que trabajan con orgullo y esperanza”, expresa Crooker, quien fue invitado a la premiación que se realizó en Berlín, Alemania, en noviembre.
El retrato de los pequeños trabajadores en su faena diaria acompañó un reportaje realizado por el periodista alemán Marian Blasberg, denominado "Wir wollen arbeiten” (Queremos trabajar, en español) que aborda la problemática de la legislación del trabajo infantil en Bolivia.
El concurso Derechos de los niños en un mundo, que realiza todos los años esta organización, distingue a periodistas del área de radio, televisión, prensa y fotografía por la cobertura informativa en temas referidos a los derechos de los niños y niñas.
"La legalización del trabajo infantil fue un tema que llamó mucho la atención y que fue muy comentado en la premiación en Berlín. Les parecía una decisión interesante pero que todavía había que esperar los resultados”, comenta el fotógrafo, quien fue el único boliviano que participó en el evento.
Historias ejemplares
Para este trabajo, Crooker retrató a niños que trabajan en el Cementerio General de Potosí limpiando los nichos, también a jóvenes que se desempeñan en las minas del Cerro Rico, a lustrabotas, canillitas y guardias de seguridad que operan en mercados.
En el proceso conoció a Juan Carlos, un niño de 13 años, quien se sentía orgulloso de trabajar y ganar dinero para ayudar a su familia, y le mostró cómo limpiar el vidrio y el borde de metal de los nichos para hacerlos brillar.
En el camposanto también conoció a Lourdes, una joven líder de los 12 niños que trabajan allí y quien le explicó que en su código de ética se estableció estrictamente que uno de los requisitos para trabajar es ir a la escuela.
"Esto demuestra la importancia de la educación para ellos, los valores del trabajo y la ética. Son tan jóvenes, pero a la vez tan maduros”, expresa a tiempo de explicar que una parroquia de la zona les apoya en este proceso y les asigna un tutor que les ayuda con sus tareas.
Durante su recorrido por un mercado callejero, también se encontró con Wilder Yucra, de 12 años, que cada día vende 50 periódicos con una ganancia de un boliviano por ejemplar. En la zona, este niño es conocido como un hombre de negocios, ya que después de vender diarios, se empeña en vender papel higiénico.
Además conoció a Jhonny Quispe, de 16 años, un lustrabotas tímido que después de entrar en confianza le contó que era un buen jugador de fútbol y que aprendió a nadar en los ríos del Chapare, en Cochabamba, pero desde que había llegado a Potosí para cuidar a su abuela ya no tuvo más oportunidad de sumergirse en el agua.
Sin duda, éstas y otras historias conmovieron al fotógrafo boliviano, quien no sólo tuvo la oportunidad de inmortalizar el trabajo que ellos realizan, sino también permitió visibilizar esta problemática desde un ángulo diferente y esperanzador.
"Estos niños son valientes, trabajan duro y tienen grandes sueños aunque me pregunto cuántos de ellos lograrán cumplirlos. Pese a ello, creo que empezaron bien, trabajando duro y logrando ser miembros de una organización que les anima a seguir estudiando y formar lazos de amistad”, finaliza Crooker.
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