Lo suyo son las cirugías de mínima invasión, pero su idea revolucionó y causó un máximo impacto. El cardiólogo boliviano Franz Freudenthal en agosto pasado ganó el concurso Innovadores de América, gracias a los dispositivos oclusores para tratar las cardiopatías infantiles, que comenzó a crear hace 25 años y que hoy en día están siendo exportados a varios países del mundo.
Los dispositivos oclusores que ha creado se colocan fácilmente y, si es necesario, se reubican para que se desempeñen mejor. Su trabajo, además, tiene un fuerte componente filantrópico, dado que creó la Fundación Cardioinfantil que funciona en La Paz y ayuda a niños de escasos recursos que sufren de alguna cardiopatía, aunque considera que es poco lo que se puede hacer para la necesidad.
El tratamiento es mínimamente invasivo, es rápido, puesto que la intervención solo dura 10 minutos, no necesita anestesia profunda ni terapia intensiva, tampoco deja cicatriz y el costo es accesible, gracias al trabajo y ayuda de la Fundación Cardioinfantil.
Todo eso hizo que lo eligieran como el favorito en su área en la página de votantes del concurso Innovadores de América en el que se presentaron 840 postulantes de 20 países. Esos mismos méritos se tomaron en cuenta también para haber sido elegido como Personaje del Año 2014 por la revista EXTRA y Ciencia y Vida.
“Estoy muy agradecido con EL DEBER que me honra con este premio porque es una forma de mostrar lo que se está haciendo en Bolivia por la salud y porque nos incentiva a seguir trabajando. Lo que debemos hacer de ahora en adelante es trabajar de manera conjunta con todos los medios de comunicación para mejorar y mostrar la realidad de la salud pública en el país y este galardón es un paso para ello”, señaló Freudenthal.
Actualmente su empresa PFM Medical (Produkte fuer Medizin) está fabricando alrededor de 350 implantes por mes, los mismos que son exportados a diferentes países como Argentina, Perú, Alemania, Irán, Irak, Estados Unidos, Vietnam, entre otros y son más de 500 niños en todo el mundo que reciben esta ayuda.
Esta situación, al mismo tiempo que le provoca alegría, pero también mucha tristeza, puesto que en Bolivia hasta ahora existen dificultades para atender a cinco chicos por mes, porque las puertas aún están cerradas y las autoridades no hacen mucho para abrirlas
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