Tuesday, March 25, 2014

Tania Pozzo, una científica apasionada tras un gran proyecto

Cuando era apenas una niña, Tania Pozzo pasaba largas horas en el laboratorio de su padre, geólogo de profesión, entre microscopios, pulidoras y separadores magnéticos, con los que apreciaba los cambios que se producen en la naturaleza y aprendía a pensar lógicamente.
Mirando atrás, este episodio fue un detonante que la impulsó a seguir una carrera científica que no sólo le apasiona, sino que también le dio la satisfacción de obtener recientemente la beca internacional Unesco L’Oréal 2014-La Mujer y la Ciencia.
El trabajo de esta biotecnóloga se centra en proporcionar evidencia científica sólida para apoyar la afirmación de que una combinación de bacterias probióticas y alimentos prebióticos puede proporcionar beneficios a la salud humana.
"Esta beca es muy importante para mí, porque me permite continuar una carrera en la investigación biotecnológica, dirigiendo en mi propio proyecto; de esta forma alcanzaré autonomía a nivel intelectual, tomando las mejores decisiones para que el proyecto produzca resultados que generen conocimiento”, asegura en contacto con Página Siete.
Asimismo, considera que su carrera como científica investigadora se verá reforzada con la nueva colaboración de investigadores de diferentes países, lo que le permitirá continuar desarrollando sus habilidades en el laboratorio.
"Una grandiosa oportunidad de aprender más acerca de técnicas y equipos de alta tecnología”, agrega entusiasta.
Pozzo obtuvo esta beca entre otras 14 postulantes de cinco continentes. Recibió el premio en un acto realizado en el Gran Anfiteatro de la Universidad de la Sorbona, en París.
La ceremonia fue presidida por el profesor Günter Blobel, ganador del Premio Nobel en Medicina, acompañado por Irina Bokova, directora general de la Unesco, y Jean-Paul Agon, presidente y director de L’Oréal y jefe de la Fundación L’Oréal.
Estas becas son otorgadas desde 1998 a 15 mujeres jóvenes científicas con doctorado o posdoctorado, cuyo trabajo fortalece la cooperación científica internacional y el desarrollo de redes interculturales.
"Estas becas recompensan proyectos de investigación prometedores, que tengan un impacto potencial sobre la vida humana y el medio ambiente”, dice Sara Ravella, presidenta y directora ejecutiva de la Fundación L’Oréal.
En esta versión, Pozzo se convirtió en la segunda boliviana en conseguirlo luego de la bióloga Kathrin Barboza Márquez, en 2012.
Científica apasionada
Desde siempre, Pozzo tenía puesta la mirada en la carrera de biotecnología; sin embargo, ésta no formaba parte de la oferta académica, por lo que decidió estudiar bioquímica
"Sentí que esto era algo que con el tiempo me abriría las puertas para llevar a cabo la investigación en el campo de la biotecnología”, comenta a este medio.
La preparación de su trabajo de tesis en la Universidad Mayor de San Andrés, en 2002, coincidió con la firma de un acuerdo de investigación con Suecia sobre la biodiversidad en el medio ambiente extremófilo andino.
Esto le permitió conocer al profesor Bo Mattiasson, quien al ver su pasión por la investigación científica le ayudó a obtener una beca académica en el Instituto Sueco para participar en el programa internacional de maestría en biotecnología alimentaria en la Universidad de Lund.
"Éste fue el comienzo de mi primera aventura en la ciencia, me di cuenta de que me formaría en una de las primeras universidades del mundo, donde había deseado aplicar mis conocimientos en bioquímica hacia el logro de un verdadero objetivo de la investigación de la vida, para beneficio de la humanidad”, expresa Pozzo, quien retribuyó esta oportunidad con perseverancia.
Para ella, la biotecnología representa un hito fundamental en la evolución científico-tecnológica, por sus repercusiones en la producción agropecuaria, en las ciencias de la salud, entre otros.
Es así que, dispuesta a aportar en la solución de problemas de la salud humana aprovechando los conocimientos de las nuevas ciencias y tecnologías, inició una investigación sobre los tipos de carbohidratos que se deben o no comer con probióticos.
"A pesar del enorme interés en todas partes, realmente se sabe poco acerca de cómo las bacterias probióticas en el intestino humano reconocen e interactúan con ciertos tipos de hidratos de carbono conocidos como prebióticos”, asegura Pozzo.
Se cree que este proceso es la clave de sus efectos benéficos y comprenderlo tendría implicaciones por numerosas enfermedades como desórdenes gastrointestinales, cáncer, alergias e incluso trastornos neurológicos.
Su mayor interés con esta investigación es "que las personas cuenten con información científica que les permita alimentarse mejor y prevenir la enfermedad para poder prolongar su vida sin un envejecimiento prematuro”.
Sin duda, Tania Pozzo lleva la ciencia en sus venas. Proyectándose de aquí a 10 años, se ve como "una persona contenta con el ejercicio de su profesión”. Tan contenta como aquellos días de su niñez, cuando pasaba el tiempo leyendo revistas científicas y libros de ciencia ficción, sin pensar que desde entonces ya había marcado el camino que ahora recorre con tanta ilusión.

Implementar laboratorios emocionantes
La biotecnóloga Tania Pozzo considera que uno de los desafíos científicos en Bolivia es la implementación de cursos de laboratorio emocionantes para que los niños y jóvenes tengan más disponibilidad a la educación científica.
"Tenemos que apoyar un mayor nivel de disponibilidad de la educación científica en los países en desarrollo, con un mayor énfasis en incrementar la financiación educativa”, afirma.
Asimismo, la investigadora considera que los maestros pueden ser los primeros mentores involucrados en motivar a niños y niñas a adquirir conocimientos y aprender para tener un futuro exitoso.

"Considero haber tenido suerte al haber conocido a las personas que me animaron a perseguir mis sueños, durante los primeros años de mi vida. Ahora que tengo algunos estudiantes bajo mi tutoría, los animo a disfrutar de hacer ciencia”, comenta Pozzo con satisfacción.



15
becarias
fueron reconocidas por la Unesco y L’Oreál por su aporte científico.

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