Sunday, June 2, 2013

ERIKA CUéLLAR SOTO La protectora del Chaco

Bióloga boliviana trabaja desde hace 11 años en la defensa del guanaco, en el Chaco boliviano.

Recientemente fue galardonada con el premio Exploradores Emergentes de la Revista NatGeo.

Pocos bolivianos conocen la trayectoria de la científica boliviana, Erika Cuéllar Soto, que lucha incansablemente por la protección del guanaco boliviano; y precisamente por su labor fue elegida entre los 17 talentos del mundo por el programa Exploradores Emergentes 2013, de la revista National Geographic.

El guanaco es el ancestro salvaje de la llama y según un censo realizado el año 2009, sólo quedan 200 especímenes, una cifra fría que pone a esta especie en la lista roja y a un paso de la extinción.

Esta situación vulnerable hace erizar la piel de aquellos amantes de la naturaleza, que no cuentan con los medios económicos suficientes para impulsar programas de protección pero hacen todo por protegerlos. Es así como se inicia el testimonio de vida de esta bióloga, una vida llena de esfuerzo, logros en la supervivencia de estos animales; trabajo que además le está trayendo grandes sorpresas a su vida.

“El guanaco es la especie de mamífero con mayor amenaza de extinción en el país. Además el guanaco ilustra muy bien varios problemas de conservación relevantes a otras especies, lo que para un investigador es importante. Y una vez más yo decidí enfocar mis esfuerzos en una prioridad de conservación”, señala Erika Cuéllar.

Un paso antes del sueño

El trabajo de Cuéllar en el Gran Chaco boliviano comenzó en 1997; inicialmente no estaba abocada al proyecto de los guanacos. Su interés surgió cuando una institución guaraní se alió con la organización internacional de conservación Wildlife Conservation Society (WCS) donde ella trabajaba y allí fue que se acercó más a la realidad de este animal.

De acuerdo a investigaciones previas, el guanaco del altiplano boliviano solía ser una especie común, pero poco a poco fueron desapareciendo hasta arrojar la alarmante cifra de 200 ejemplares, que se encuentran repartidos entre ganaderías privadas y el territorio de la tribu indígena Isoseño-Guaraní, que habita en los límites del Parque Nacional de Kaa-lya.

Esta situación convierte al guanaco en una de las especies con mayor peligro de extinción y mucho de ello se debe a la caza furtiva y la mala administración de su hábitat original. El primer sitial de animales en peligro de extinción le pertenece a la chinchilla.

“La conservación del guanaco es fundamental. Es simplemente practicar el respeto por la naturaleza y pensar en el futuro; dejando de vivir el día a día”, reflexiona Erika Cuéllar, mientras se queda pensativa, con la mirada un tanto distante.

El guanaco boliviano

Este es un animal que no pasa desa-percibido. El naturista inglés Charles Darwin, allá por 1831, lo había descrito como “un elegante animal con un largo cuello delgado y finas patas”.

Se dice que existían unos 500 mil guanacos de color canela que deambulaban por las vastas planicies de la Patagonia y que ahora sólo queda una mínima fracción de ellos que sobrevive aisladamente en el Gran Chaco, que comprende territorio boliviano, paraguayo y argentino.

Los guanacos viven en rebaños pequeños, por lo general conformados por un macho y varias hembras con sus crías. La época de celo se presenta entre noviembre y febrero; y durante este tiempo los machos se tornan agresivos y luchan entre sí por las hembras. Después de 11 meses de gestación nace una sola cría.

Una de las características importantes de supervivencia de este animal es la velocidad, puesto que el guanaco puede correr a unos 64 km/h.

El Kaa-Iya

El Kaa-Iya del Gran Chaco, el parque nacional más grande de Bolivia, se caracteriza por tener el clima más caliente y húmedo de Sudamérica.

En esta región habitan 70 especies de grandes mamíferos, incluyendo jaguares, pumas y armadillos gigantes, en el bosque seco tropical protegido más grande del mundo.

En sus bosques y matorrales habitan 3.400 especies de plantas, 500 de aves y 150 de mamíferos, muchas de las cuales existen únicamente en esta región, dice Erika Cuéllar.

Este medio árido e inhóspito ha sido el lugar de trabajo de la científica durante más de 11 años, tiempo en el que interactuó con varias tribus indígenas, cazadores nómadas, recolectores, comunidades pesqueras, agricultores y hacendados.

Esta cercanía y el intercambio de información la llevó a reconocer la riqueza del conocimiento popular que poseían los lugareños.

De esta manera Cuellar se planteó la posibilidad de impulsar un proyecto para trabajar entre los tres países y así acrecentar la población de guanacos; y también enriquecer la carga genética de los tres grupos de guanacos.

“Sólo 37 kilómetros los aislan, entre los guanacos bolivianos y paraguayos; lo que nosotros buscamos es el acercamiento y lograr la protección de esta especie en Paraguay, que sería la única posibilidad de crecimiento y mezcla de estas poblaciones”, menciona Erika Cuéllar.

Una de las maneras de protección es la construcción de un corredor biológico; es decir un espacio protegido entre los tres países para que los guanacos circulen naturalmente y se reproduzcan.

En 2007 Erika Cuéllar presentó una propuesta a la fundación británica Whitley Fund for Nature para obtener fondos y desarrollar un curso intensivo de conservación que esté avalado por un instituto reconocido por el Gobierno boliviano.

Esta capacitación se llevó a cabo entre los miembros de los grupos étnicos nativos del Gran Chaco: guaraní, ayoreode y chiquitano.

Esto les permitió a las poblaciones locales aprender métodos científicos y adquirir las habilidades necesarias para liderar y mantener las iniciativas de protección ambiental.

“Salvar a los guanacos no es una acción aislada más bien es trabajar por todo el ecosistema integrado”, enfatiza la bióloga.

Los parabiólogos

Según Cuellar el conocimiento de las personas que viven en dicha región es mucho mayor, ya que ellos saben del comportamiento de los animales y las plantas, y esto los faculta como los principales encargados de su conservación.

“Pero no sólo es participar y quedar como colaboradores sino es recibir un reconocimiento avalado por el Ministerio de Educación”, afirma Erika Cuellar, quien busca su reconocimiento como “técnicos locales”.

De acuerdo a la bióloga lograr hacerse de este título no es fácil, puesto que las personas deben cursar un taller de 800 horas teóricas prácticas, donde se imparte temática básica hasta la utilización de tecnología (computadoras y GPS), primeros auxilios, y mucho más. “Como habitantes nativos, estos parabiólogos representan además una manera muy influyente de transmitir la importancia de la conservación a las comunidades indígenas”.

En 2012 este proyecto le valió un reconocimiento internacional por su trabajo de defensa del hábitat del guanaco. Erika Cuellar se convirtió en una de las ganadoras de los Premios Rolex a la Iniciativa, que se otorga cada dos años, en reconocimiento a la labor que desempeñan los investigadores en el campo de la ciencia, el medio ambiente y la tecnología.

Este galardón incluía un premio de 85 mil euros, que compartió con expertos de Estados Unidos, Kenia, Rusia y Australia. Por su parte la biologa invirtió estos recursos en el proyecto de capacitación; puesto que cada participante recibe $us 250 mensuales para la mantención de su familia.

Recientemente esta bióloga boliviana fue distinguida como una de los 17 Exploradores Emergentes de 2013 por la revista National Geographic.

En esta ocasión cada Explorador Emergente recibió un premio de 10 mil dólares que les ayuda con la investigación y la exploración. Y como ya es habitual, Cuellar destinará este monto a seguir salvando a los guanacos.

Un trabajo científico que merece ser conocido por los bolivianos.



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