Sunday, October 30, 2016

Cesar, el telegrafista de 88 años que aún repara cocinas



Hablar por teléfono fijo cómodamente sentado desde la casa o una oficina, hablar a largas distancias mientras uno camina, chatear por WhatsApp o hacer video llamadas desde un teléfono móvil, son algunas de las comodidades que el mundo de hoy ofrece a las personas en cuanto a las comunicaciones se refiere.

Sin embargo, en la actualidad, no muchos conocen o se imaginan lo que costó llegar a esta realidad, y mucho menos saben los trabajos que se tuvieron que hacer para lograr tener lo que hoy ofrece el mundo de la comunicación. El telégrafo fue uno de los inventos que marcó un hito en este ámbito y El País eN logró hablar con uno de los pocos operadores de este aparato que quedan vivos en Tarija. Ésta es su historia.

Una vida dura
Cesar Porcel Albornoz nació en Villazón – Potosí un 4 de junio de 1928. Quedó huérfano de padre a la edad de siete años. Antes de esto, su madre se había separado de su papá pues a él le gustaba jugar. “Jugaba poker, crap, ganaba y perdía”, recuerda.
Tenía seis hermanos, tres mujeres y tres varones, por lo que con una familia numerosa y esas malas experiencias que le tocó vivir de muy pequeño, le dejaron un camino duro en su vida.
“Mi vida fue todo un descalabro, con mi madre sola y sin apoyo”, dice. Cuenta que cuando su padre murió les dejó una herencia, gran parte de ésta fue sólo para sus hermanos mayores. Recuerda que ellos pusieron a su madre en varias situaciones complicadas, que le obligaron incluso a vender la herencia que su padre les había dejado.
“Yo era pequeño y quería estudiar pero cuando mi hermano mayor salió del cuartel, le dijo a mi mamá que quería trabajar con un camión pero no tenía dinero para comprar uno”. De hecho, le había prometido que con el dinero que obtenga del camión iba a ayudar a los hermanos más pequeños a estudiar, pero nunca lo hizo.
Su madre vendió ilusionada media casa para comprarle el camión, pero su hermano comenzó a trabajar y de ahí, a tomar con sus amigos. “Las cosas no andaban bien”, recuerda.
“Yo iba a la escuela descalzo, los amigos de la escuela me veían así y me pisaban, me maltrataban. Quería estudiar pero no pude porque mi madre no tenía los medios para ayudarme, así que llegué apenas al cuarto básico”, añade.
Por este motivo, al dejar la escuela, Cesar ayudó a su madre a vender las empanadas, pan, masas y helados que ella hacía para sostener a sus hijos.
Después de eso trabajó de todo, como ayudante de un despachante de Aduana, hacía mandados en la frontera, limpiaba pisos, limpiaba vidrios, cargaba bultos de los pasajeros del tren. Se metía en todo lo que podía para ganar unas monedas.
Pero mientras él hacía todo esto, otro de sus hermanos mayores y con problemas en su familia acudió a su madre para pedirle ayuda, pero además, el poco dinero que tenía. Esto molestó mucho a Cesar.
A la edad de 11 años aproximadamente, cuando charlaba con un amigo que trabajaba en una tienda de repuestos, vio por primera vez un telégrafo. El pequeño aparato le impactó tanto que después de eso, se construyó uno de madera con el cual jugaba a enviar mensajes.
A la edad de 15 años, entró a trabajar como mensajero en una oficina de radio comunicaciones y fue en éste lugar, donde su jefe José López Argandoña le enseñó a leer “de verdad”. “Mi jefe me preguntó ¿usted sabe leer? le dije que sí y lo hice, pero luego me preguntó ¿Y qué entendió de lo que leyó? y le dije que nada. Ahí fue cuando me enseñó a leer y entender”, recuerda.
Después de eso, a la edad de 16 años, se postuló al cuartel, pero fue calificado como inhábil por sus escasos 46 kilos de peso. Molesto por la respuesta de los militares habló con uno de jerarquía y le hizo conocer su molestia, advirtiendo que si no lo recibían él engrosaría las filas militares de Argentina. Tras esto fue recibido.
Una vez en el cuartel, su estadía fue dura pues los militares querían hacerle desertar. “En las noches me pegaban unas golpes y baqueteadas que me hacían llorar, pero nunca les mostraba a ellos”, dice.
Cuando se recibió como cabo, quería trabajar y así lo hizo en varios lugares. Fue ayudante de cobros de un contador, después trabajó en una tienda de abarrotes y finalmente, cuanto tenía entre 19 y 20 años, entró como aspirante de telegrafista.

El telegrafista
Después de la Guerra del Chaco se crea en Bolivia la Dirección de Telecomunicaciones Rurales (Diter), que tenía presencia en puntos estratégicos del país como La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, y casi todo el occidente. Lo que hacía era enviar y recibir mensajes haciendo uso del telégrafo y el código morse.
La tecnología no era tan buena y lo hacían por tramos, es decir, si alguien quería enviar un mensaje a Huanuni, éste debía pasar por Villazón – Tupiza – Uyuni – Pulacayo para finalmente llegar a su destino. Lo mismo pasaba con otros puntos.
Esto se debía a que las conexiones eran muy rústicas, es decir, eran cables que iban de un poste a otro, y los mismos no tenían buena fidelidad. Justamente por esto, en las uniones de poste a poste se generaban cortes, y si aquello pasaba no llegaban los mensajes a su destino.
Entonces, para solucionar esto que se daba a menudo, Diter tenía personal que hacía todos los días una verificación a pie de las conexiones de poste a poste. La primera tarea de Cesar fue justamente ésta. Él caminaba todos los días entre 15 kilómetros de ida y otros 15 de vuelta, para verificar si la conexión estaba bien. En caso de falla, debía reportarlo y solucionarlo.
Después de esto, como aspirante, le aconsejaron aprender el código morse, que es un lenguaje de puntos y rayas para comunicar mensajes a larga distancia. Aprendió primero eso, pero le faltaba escuchar y entender los mensajes, que fue la parte más difícil de su aprendizaje, pues le tomó cerca de dos años.
“Una vez que conoces el alfabeto debes aprender a hilvanar palabras, entender esos pequeños golpecitos con una pequeña interrupción que significan algo. También tenía que aprender a transcribir y escribir los mensajes”. En Diter todo se hacía a máquina de escribir, y cuando ellos recibían o enviaban un mensaje, ellos lo hacían con una copia en papel carbónico. El original lo entregaban al destinatario y la copia se quedaba de respaldo.
Cuando Cesar aprendió a escribir y escuchar mensajes, él ya se había estabilizado en la empresa, se casó, e incluso volvió a una sucursal en Villazón, tras una renuncia. Ahí hacían turnos por la mañana y noche unos, mientras que los otros por la tarde. Como su sueldo no era mucho y ya tenía una familia que mantener, en sus horarios de descanso, él arreglaba artefactos y equipos de todo tipo.
Arreglaba cocinas, candados, estufas, todo lo que podía, para poder generar más ingresos económicos y hacer estudiar a sus hijos. De hecho, su hijo José cuenta que su padre le sacó profesional gracias a los ingresos que obtenía con esta segunda actividad. Para hacer todo esto, él aprendió a arreglar este tipo de artefactos de manera autodidacta.
Ser telegrafista fue su principal actividad y Cesar no tiene ni la más mínima idea de la cantidad de mensajes que le tocó recibir y enviar a lo largo de sus 36 años de servicio en este oficio. Pero de lo que sí está consciente es que fue uno de los “confidentes” de miles de mensajes que pasaron por sus manos. No recuerda aquellos mensajes, pero asegura que los más comunes eran aquellos de felicitación o citaciones para conferencias en radio.
Dice que los mensajes más confidenciales en esos tiempos eran aquellos relacionados con los divorcios y las transferencias de dinero, que por cierto, éstas últimas tenían un sub código detrás del mensaje que sólo las entidades financieras podían descifrar.
De esta manera, Cesar recuerda emocionado su paso por el uso del Telégrafo, pero además cuenta orgulloso cómo le tocó ser parte del equipo con el que se fundó la exitosa Empresa de Telecomunicaciones de Bolivia (Entel). “Primero fue Diter, después fue Telecomunicaciones del Estado y finalmente Entel”, añade.
Hoy Cesar ya tiene casi 90 años y vive con su mujer en una casa que su hijo puso a su disposición en Tarija. Si bien ya dejó el oficio de telegrafista, todavía sigue practicando su segundo oficio, arreglando artefactos y cocinas en un pequeño, pero nutrido taller que tiene en su domicilio.

Wednesday, October 26, 2016

‘Pippo’ Galarza cumple medio siglo haciendo creaciones propias.



Siempre llevó una sonrisa. Era rápido. Tenía apenas nueve años cuando podía llevar el plato sobre la mano derecha con tal agilidad que atendía a varios comensales en un par de segundos. Fue el garzón del restaurante de patos de su padre hasta que... quiso ser él, quiso soñar. Se rebeló. Se fue en contra de las creencias de Enrique Galarza (+) y combatió a una sociedad machista que le impedía ser él, ese humano que buscaba salir de su tormentoso encierro y ese que poco a poco se erigiría como el consagrado peinador de reinas de Santa Cruz de la Sierra.

Haciéndose un referente
Hace mucho tiempo a ‘Pippo’ Galarza se le cayó el cabello. Ser pelón se convirtió en su identidad y hasta en su estilo (y le queda muy bien). Sabe combinar el traje para una ocasión especial. Le encanta ser elegante y usar colores clásicos. Siempre saluda y jamás calla. Él no manda a decir las cosas, porque simplemente las dice.

No cambia por nada un ‘cafecito cortao’, como él lo llama, acompañado por un tamal a la olla o una empanada de maíz. Alquiló durante 40 años. Su salón tradicional fue sobre la calle Colón, después se mudó a la avenida Velarde y a la calle René Moreno hasta que pudo comprar su casa. Ahora atiende sobre la av. Ejército Nacional, al frente del colegio Cristo Rey.

Viene peinando a tres generaciones, madres, hijas, nietas y... hasta suegras. Todos los días las damas desfilan por su salón, agitadas por la hora, en búsqueda de que ‘Pippo’ haga su magia con sus cabelleras.
Eso no lo deja dormir. Siempre piensa en el nuevo peinado que hará al otro día, porque le gusta crear, cambiar, evolucionar... Durante 50 años mantuvo un estilo original. Se preparó en París (Francia). Y, por ejemplo, su peinado estilo sombrero es único en su género. Esa mano “bendecida por Dios”, como asegura, se dedicó a sorprender a miles de mujeres que aún se siguen peinando con él desde hace 40 años.

Su madre, Hilda Vaca (+), fue su conejillo de indias “y muchas empleadas domésticas también”. Tiene 70 años (pero no parece tenerlos). Los cumplió el 24 de marzo. Aún camina erguido y el único mal que padece es el de la diabetes. Eso lo hizo bajar ocho kilos. Hoy la balanza le señala 82.

Un día se enfermó y pensó que Dios (porque es bien católico) no le permitiría cambiar de dígito. Ahora que ya lo hizo cree que todavía tiene un cuarto más de vida. En todo este tiempo ha cosechado amigas, no ‘clientas’. Su mayor tesoro son ellas. Es millonario, pero no de dinero, sino de amistades. Y gracias a su familia, que siempre lo apoyó, es feliz.

Sin rencores

En 50 años ‘Pippo’ aprendió a convivir entre lobos y ovejas. Acepta las críticas, pero no le gusta la hipocresía ni la gente malagradecida. Anhela tener una academia y desea llegar a conocer a su competencia. “¿Competencia?”, interroga y responde: “¡No la conozco! ¡Que me la presenten! Pero que sea una competencia leal, que no provenga de esas (estilistas) que nacieron en la TV y que solo les gusta figurar”.

No tiene enemigos, es lo que subraya. Conversa con Gloria Suárez de Limpias. Le telefonea. La saluda. Limó asperezas con ella hace seis años y pronto la verá para el cambio de directorio de la Asociación Cruceña de Salones de Belleza (Acsabe).

“Si alguien me tiene envidia, es porque les hago sombra. Sigo siendo ‘Pippo’, el peinador de reinas, porque así me tildó la prensa. Me lo dice el taxista y la casera vende frutas”, agrega. Y añade: “Ese título se va a ir conmigo cuando me muera. Quizás vengan otros mejores, pero jamás iguales. Quiero que me recuerden como ese garzón que servía patos”.
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¿Enamorado?
‘Pippo’ jamás se casó ni tampoco tuvo hijos. A sus 70 años le confesó a EL DEBER que tiene un amor muy bien correspondido. Sin pelos en la lengua saca ese lado sentimental por primera vez a la luz: “Sé que me quiere, pero es un amor prohibido. Es bonito, emocionante. No nos vemos todos los días... no podemos por el mismo hecho de que es prohibido. No me duele, lo disfruto”.

No es una relación, aclara. Para ambos es un amor prohibido. Cuando tiene la oportunidad viaja, cena y pasea con esa persona, y es por eso que es un hombre feliz, pleno. No se siente solo. Tiene a su familia, a sus amigas y a su ‘amor prohibido’.

Sigue siendo padre de crianza. Educó a los hijos de sus hermanos, Juan Carlos, Jacqueline, Lorena, Enrique y Jesús Sebastián. Precisamente este último, de 20 años, será su heredero junto a su hermana Roxana. Ambos son su mano derecha.

Recuerda que tiene 70 años, pero bien vividos. Cincuenta de ellos fueron dedicados a embellecer a la mujer cruceña, “su mayor fuente de inspiración”. Se siente ‘hipotecado’ con su pueblo. Jamás dejó Santa Cruz de la Sierra a pesar de las ofertas que recibió para trabajar en el exterior. Y se debe a él.

Más fácil es decir las reinas que no peinó. Son 33 del Carnaval cruceño y 32 de Santa Cruz, pero la lista se agranda cuando comienza a contar otras más. Su mano mágica también arregló a Lorraine Elizabeth Downes y a Bárbara Palacios, miss Universo 1983 y 1986, respectivamente. Por él pasaron divas, como Carla Morón y Jimena Antelo, y reconocidas modelos del medio.

Pide algo. Un agradecimiento especial al extinto director de EL DEBER, don Pedro Rivero Mercado. “Me ponía un aviso con dos coronas, sin costo, durante todos los domingos en la revista Extra”. Gracias a él, Enrique Galarza se convirtió en ‘Pippo’, el peinador de reinas

Saturday, October 22, 2016

El boliviano que representó al país en un foro mundial de jóvenes líderes


Es uno de los foros juveniles más importantes a nivel mundial. Anualmente, jóvenes destacados de 196 países se reúnen con personalidades, activistas y líderes en diferentes ámbitos con la finalidad de abordar temáticas urgentes como el cambio climático, los derechos humanos, la igualdad de género, el extremismo, el acceso a la educación y la salud.

Al finalizar el foro cada participante se compromete a crear emprendimientos que planteen soluciones respecto a las problemáticas que aquejan al mundo. El agrónomo Sergio Urioste Daza, que actualmente se encuentra realizando una maestría en Bélgica, fue el único joven boliviano que participó en el foro global One Young World este año, del 28 de septiembre al 1 de octubre de 2016, cuya sede fue Ottawa, Canadá.

De Koffi Anan a Carlos Mesa

Líderes, activistas y personalidades como el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau; la embajadora de buena voluntad de Naciones Unidas, Emma Watson; los premios Nobel de la Paz, Muhammad Yunus y Koffi Anan; la expresidenta de Irlanda Mary Robinson; el expresidente de Bolivia Carlos Mesa; el productor del filme Avatar, Titanic y laureado del premio Oscar, Jon Landau; la cantante Cher, entre otros.

El joven cochabambino, de 23 años, considera que el foro es un espacio en el cual los jóvenes participantes se dirigen a un mismo horizonte. "Todos queremos luchar por la igualdad de género, porque se respeten los derechos humanos de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), que se tomen medidas para enfrentar el cambio climático. Tenemos los mismos objetivos y los abordamos tomando diferentes caminos delimitados por nuestras profesiones y talentos”, detalló Urioste, durante una comunicación telefónica con Página Siete.

La mayoría mundial

Entre las conclusiones planteadas en el foro figura que los jóvenes deben ser parte de los procesos de toma de decisiones en sus países, al representar la mayor parte de la población en el mundo.

Los jóvenes se comprometieron a luchar por la equidad de género, por la erradicación de la discriminación a la comunidad LGBT, por la educación inclusiva, por combatir el cambio climático. Además a erradicar el extremismo de una forma pacífica y luchar por la salud mental, ya que la depresión es una epidemia en el siglo XXI.

"El sistema económico debe dar un giro de 180 grados si queremos vivir en un mundo sostenible. Las empresas deben enfocarse en ello y en la responsabilidad social (...). Mientras las personas sigan viviendo por su propio bien y no el bien de los demás, las desigualdades e injusticias de nuestra sociedad seguirán presentes”, aseveró Urioste.

De Bolivia y Chile para América

En el foro se realizó la sesión de Desarrollo e Innovación en América Latina a cargo del expresidente de Bolivia Carlos Mesa y otras personalidades. Fue en ese momento en que los jóvenes cuestionaron ¿por qué en los países latinos no pueden trabajar en forma integrada y unida?

"Con esa inquietud, una participante de Chile y yo decidimos crear una plataforma digital para jóvenes latinoamericanos, se va a llamar Juventud Latina y vamos a empezar a reclutar a jóvenes líderes. Para hacerlo atractivo comenzaremos a compartir oportunidades de becas, de trabajo, de concursos y más”, explicó Urioste.
Se necesitan bolivianos

One Young World se enfocó este año en becar a jóvenes líderes, de los países que tienen menor participación y que estén trabajando por lograr cambios sociales, tengan méritos relevantes o sean parte de alguna organización destacada. Una de ellas fue concedida a Urioste, que hoy es uno de sus 6.000 embajadores en el mundo.

Esta versión del foro tuvo como asistentes a jóvenes que en su mayoría reciben ayuda de empresas y los gobiernos de sus países que patrocinan su participación. Después del evento, los involucrados tienen un año para desarrollar emprendimientos que pueden estar relacionados desde acciones sociales concretas hasta cambios de políticas gubernamentales.

Según el agrónomo, existe mucha participación de jóvenes de otros países, como Argentina y México; pero la representación de Bolivia es mínima por falta de apoyo de las empresas y el Gobierno.

"No estoy seguro de que hayan las becas para el próximo año, pero creo que sí estarán disponibles en la página web. Por cada dólar que se invierte en el foro el impacto en la sociedad se amplifica gracias a los proyectos que se desarrollan a partir de ello (...). Sé que en Bolivia hay muchas propuestas de este tipo”, enfatizó Urioste.

El 2017 One Young World se llevará a cabo en Bogotá, Colombia, y tal vez sea posible que más bolivianos puedan tener las condiciones para asistir o buscar apoyo desde ahora para ser parte de este evento mundial. El 95% de los jóvenes que participan están auspiciados por organizaciones establecidas en sus países de origen.

"Esta es la experiencia que más ha cambiado mi vida a lo largo de mi corta carrera profesional. Recibir la inspiración de líderes en el mundo, que te convencen de que es posible cambiar su situación y de jóvenes que están en lo mismo, es una oportunidad para fortalecerse y motivarse a seguir el mismo camino”, concluyó Urioste.

Sunday, October 16, 2016

Reconocimiento Escudo cruceño para José Luis Camacho

El Comité pro Santa Cruz y los Comités Cívicos Provinciales de la Cruceñidad distinguieron con el Escudo Departamental al "Cruceño Meritorio" en la persona del Dr. José Luis Camacho Parada.

El profesional fue homenajeado por dejar en alto el nombre de su región, por una trayectoria intachable de trabajo, servicio y dedicación institucional a favor de su pueblo. Además de una destacada carrera cívica, en beneficio del desarrollo del departamento.

Recorrido. La distinción se realizó en el marco de la cuarta reunión extraordinaria del Directorio del gobierno moral de los cruceños en provincia, llevada a cabo en esta oportunidad en la localidad de Porongo con el Bloque Cívico Andrés Ibáñez.

Camacho, entre los diferentes cargos empresariales, cívicos e institucionales fue Presidente de la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia y de Santa Cruz en la década de los '90.

Miguel Salek, el cruceño que cautivó Hollywood

Miguel Salek es el boliviano, director de efectos visuales en grandes producciones cinematográficas de Hollywood que además de sorprender a los espectadores con su trabajo, ha cautivado la preferencia de los jurados de los premios Emmy que lo galardonaron en dos ocasiones. Es también requerido en proyectos tan importantes como los mundialmente conocidos premios Oscar.

El nació en Santa Cruz en 1983 y salió del país cuando apenas tenía 21 años, con la firme decisión de convertirse en un realizador de efectos visuales para películas de Hollywood, y así lo hizo. Se formó de manera autodidacta y las películas como The Avengers, Iron Man 2, Super Man y la serie Juego de Tronos, llevan su sello.

SUEÑOS

En su infancia, la sorpresa al ver cómo dinosaurios interactuaban con personas sin que nadie salga lastimado o ver a un Superman volar por encima de los edificios, despertaron el interés en ese niño, obstinado y decidido en conseguir sus metas.

Cuando supo que todo eso era posible gracias a personas hábiles en el computador, le brillaron los ojos pensando en que podría convertirse en uno de ellos. Fue en 2004, que la película "The Day After Tomorrow" (El día después del mañana) lo impactó, de tal modo que ese mismo día se puso manos a la obra.

LA TRAVESÍA

Para trabajar en películas de Hollywood, lo primero que había que hacer era llegar a lameca del cine. Entonces, ese año viajó a Nueva York y se hospedó en la casa de una tía. Como no tenía ninguna profesión, trabajó eventualmente en restaurantes y otros que le permitieron ahorrar el dinero suficiente para comprar su primer computador.

"Recuerdo que era leeenta", dice Miguel. Pero esta herramienta le posibilitó, en sus horas libres, aprender animación 3D y otros programas que fueron necesarios para crear su primer demo de tres minutos de publicidad. Envió este material a todas las compañías y al final de la presentación indicaba que podía trabajar gratis e incluso ofrecía inventar alguna forma en que él les pagaría.

CARRERA

Realizaba pequeños trabajos, pero fue a finales de 2006 que la división de especiales de la empresa Sony (Pictures Imageworks) lo llamó para incluirlo en dos proyectos paralelos: uno era “I’m a legend” (Soy Leyenda) y el otro Spiderman 3 (El Hombre Araña).

Con más de 40 personas trabajando en lo mismo, el primer año fue lleno de increíbles aprendizajes.

Cuando todo parecía terminar, al cumplir su contrato, uno de los encargados cometió un error que le costó su trabajo y Salek se quedó en su lugar.

Desde entonces, la carrera fue siempre cuesta arriba hasta ocupar el cargo de Effects Technical Director (Director técnico de efectos).

Desde entonces, su trabajó permitió que grandes producciones de acción y aventura lleguen a la pantalla grande con impresionantes efectos.

Fue Star Wars: The Old Republic -para Cartoon Network- que le valió su primer premio Emmy, y Juego de Tronos el segundo, hace apenas un mes. Los apasionados de este arte, pueden ver su trabajo en películas como Superman (secuela de Man of steel), “Iron Man 2” (El Hombre de Acero), “Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2” y “The Avengers” (Los Vengadores).

El año 2007 realizó también una secuencia de la pelea entre el Hombre Araña y el Hombre de Arena, personajes que se vieron en la película Spiderman 3.

Existe también un lista interminable de comerciales y videos musicales que incluyen proyectos galardonados con los premios Fedex “Enchanted Forest”, Fage con “Plain”, LG con “Something’s Lurking”, AT&T con “A Whole New World” y el classico, Psyop´s - Guinness Dot con “Alive Inside”, éste último que puede ser visto de forma permanente en el museo de artes MOMA.

Su trabajo como director de simulaciones en la serie Marvel´s Daredevil fue nominado por estos mismos premios en septiembre de 2015.

En la entrega de los premios Oscar 2015, los espectadores de más de 100 países en el mundo, vieron su trabajo en el set, los anuncios de los nominados, las introducciones, proyecciones en escenario, trucos de magia, entre otras funciones, donde uno de los efectos que más sorprendió fue la aparición de una ola del mar en el escenario. Cabe destacar que, aunque Miguel estaba trabajando en las animaciones de Superman, le pidieron hacer una pausa para meterse de lleno en los premios Oscar. Tras la exitosa ceremonia de los premios retomó Superman.

ENSEÑANZA

Luego de todo este recorrido, Miguel considera que el secreto fue haberse dedicado por entero a su pasión desde los inicios. "Nada de fiestas, ni perder el tiempo en otras diversiones", dijo.

Considera que su primer gran logro fue ser aceptado en la Sociedad Internacional De Visual Effects (VES) y la Academia. Su siguiente paso fue mejorar y demostrar "lo que uno es capaz cuando se lo propone". Seis meses después, ganó el Emmy 2011 en la categoría "Outstanding Efectos Visuales Especiales" por su trabajo en "Star Wars: The Old Republic", que lo situaron entre los galardonados directores de Efectos Visuales y miembro activo de la Sociedad de Efectos Visuales (VES) y de la Academia.

Miguel recomienda que las personas deben seguir la carrera o vocación que más les apasiona, de lo contrario su actividad se convierte en un trabajo y no en su vida. "Mi trabajo es mi vida”. Recuerda que cuando contaba sus proyectos a sus amigos, estos le decían “estás loco”.

Además, su trabajo le permitió conocer a quien es hoy su esposa y compañera de vida.

Es así que Salek, un boliviano que salió del país sin más armas que su decisión y disciplina, se codea hoy con las grandes industrias cinematográficas de Hollywood y del mundo.

Sunday, October 9, 2016

El zapatero de presidentes y futbolistas

En 1981, cuando tenía 12 años, sus padres lo trajeron a La Paz para que un médico revisara sus piernas paralizadas. Viajó en avión. Era la única forma de salir de Apolo, donde nació. El doctor que lo atendió confirmó que fue la poliomelitis la que lo "atacó” aquella tarde, desde las tres de la tarde, cuando comenzó a arder en fiebre. Entonces apenas tenía dos meses de nacido; al día siguiente sus piecitos colgaban como "trapo”... Fue muy bueno ver a ese médico, al menos eso pensó Freddy Taraniapo, porque le dio la mejor noticia que le habían dado hasta entonces: volvería a caminar a los 15 años.

Salió tan feliz del hospital. Lo llevaron a Villa Victoria, donde su papá, Teófilo Taraniapo, había alquilado unas piezas. Lo siguiente era comenzar a estudiar. En el pueblo no pudo. El colegio quedaba a leguas de su casa, había que caminar horas. Freddy no podía por su pies paralizados por la poliomelitis.

Llegaron los 15 años y la predicción del doctor no se cumplió: Freddy seguía movilizándose apoyado en sus dos muletas. La esperanza de volver a caminar se apagaba día a día.

En 1985, cuando cumplió 16, pensó que debía iniciar su vida caminando con sus dos piernas o ayudado por sus muletas. Ya no era un niño y ya no estaba en Apolo, donde, pese a que no podía participar de muchas actividades diarias con su familia -como sembrar y cosechar café, hualusa, papá, caña, y hortalizas, o ir de paseo a otras comunidades- realizaba tareas que eran muy útiles: arreglar las herramientas, la ropa de sus ocho hermanos y sus zapatos.

Una de sus hermanas mayores ya se había casado y vivía en la Calle 23 de Calacoto, a la entrada de Achumani, donde, a una cuadra, había un zapatero, Israel Rodríguez. Freddy le ofreció sus servicios y el zapatero aceptó.

"Ya sabía algo del oficio porque en mi pueblo yo arreglaba los zapatos de mis hermanos. Estuve más o menos un año con él. Pasé a trabajar con otros hasta que me convertí en ‘maistro’”, cuenta.

El "maistro” zapatero

Freddy Taraniapo ya había aprendido muy bien el oficio de zapatero cuando decidió independizarse y convertirse en "maistro”. Instaló su primer puesto, una carpa de nylon azul, en la Calle 4 de Irpavi. Era importante contar con una máquina para remendar los zapatos de cuero, pero el equipo era excesivamente caro (unos 3.000 dólares para entonces, 1988 aproximadamente). Por eso tuvo que armarse sólo de suelas para cambiar las plantas y tapillas de los zapatos, de un tres pies (soporte de hierro para martillar las suelas), de martillos, tenazas, clavos, clefa y de un cuchillo para zapatero.

Zapatos de famosos

Su taller era improvisado, pero ofrecía un servicio de primera, por eso atraía todo tipo de clientes, desde vecinos comunes hasta expresidentes de Bolivia como Celso Torrelio. "Don Celso traía sus zapatos y charlábamos”, recuerda el zapatero.

A la carpa de nylon azul de Freddy en Irpavi, donde estuvo más de 10 años, también llegaron estrellas de fútbol, como Carlos Borja y Carlos Leonel Trucco. "Por ahí (en Irpavi) vivían mayormente jugadores de Bolívar. A varios he conocido en ese lugar”, añade.

Freddy también recuerda a Guillermo Vidaurre, un vecino amable y grato que siempre lo visitaba. "No sólo traía sus zapatos, se sentaba a charlar conmigo. Entraba a la carpa y se sentaba en el asiento que yo tenía ahí”, cuenta.

En 2005, aproximadamente, trasladó su taller a la Calle 10 de Calacoto, donde también ganó varios clientes. Pero lo más interesante eran los personajes que vivían alrededor de su anaquel de zapatero. "Frente a mi puesto vivía el expresidente Tuto Quiroga. No arreglé sus zapatos, pero siempre pasaba. A veces me saludaba. También lo veía al expresidente Carlos Mesa porque su mamá vivía a una cuadra”, recuerda.

Una cliente interrumpe los recuerdos de Freddy Taraniapo. Quiere que le remiende un pequeño hueco en una bota de color negro. "¿Cuánto mes vas a cobrar Freddy?”, le pregunta. "Seis bolivianos”, responde él. "Redondearemos a cinco”, negocia la mujer. "Está bien. Estará mañana a las 11:00”, le dice el zapatero ya conocido, ahora en la Calle 28 de Cota Cota, donde presta sus servicios desde hace unos seis años.

"Aquí me va bien porque la gente conoce mi trabajo, sabe que no tendrá reclamos. A veces puedo retrasarme, pero me aseguro de que no haya reclamos”, asegura.

Tiene pensado quedarse unos años más en ese lugar por sus tres hijos: el mayor terminará este año ingeniería mecánica. El segundo trabaja como estilista, mientras que el tercero sale bachiller este año. Combina su tiempo de trabajo con la música, toca la guitarra y el charango, y con el equipo de fútbol que formó cuando sus hijos eran pequeños: Ferrosa Apolo. "Sólo tenía hijos varones y me pareció interesante hacer un equipo”, dice.

Pero en el fondo, el deseo de Freddy es regresar a su pueblo, donde aún están sus familiares. Sus padres ya murieron, pero Apolo está lleno de recuerdos, sobre todo de su abuela Dionisia Taraniapo, cuyo apellido tiene origen francés, pero esa es otra historia.

Lucy Fernández, “el ángel” de mujeres campesinas

Lucy Beatriz Fernández Prado es la mujer que, desde sus 17 años, dedicó su vida a promover y potenciar las capacidades de mujeres campesinas, que hoy la ven como el ángel que cambió sus vidas.

Gracias a los talleres de capacitación que ella impartía, muchas de sus pupilas lograron salir de un mundo de sumisión y dependencia económica que coartaba todas sus capacidades.

Las palabras y ejemplo que ella les daba fueron el impulso para brillar como madres, emprendedoras y líderes de sus comunidades.

El trabajo de Fernández permitió liberarlas de esa dependencia, sin que esto represente abandonar a la familia.

TESTIMONIOS

Susana Irusta Lozada, más conocida como "doña Susanita" en Capinota, cuenta que a sus 10 años, siendo huérfana, “una señorita de nombre Lucy” llegó a su comunidad y le enseñó a hacer masitas. Esa clase le permitió emprender un negocio de empanadas que hoy son las más famosas de Capinota. Nadie se va de Capinota sin probar estas delicias y la Alcaldía de ese municipio la distinguió como"ciudadana notable" por su emprendimiento que sacó adelante a sus nueve hijos.

Rosalía Guzmán es otra muestra viva de esta ayuda. "Para mí ella es un ángel. Sin su orientación y fuerza quién sabe dónde estaría ahora”. En aquellos años (la década de los 60 y 70), la mujer, en el campo, no tenía acceso a la educación y sin embargo Lucy la formó como una promotora del hogar y a sus 18 años representó a Bolivia en el I Encuentro Internacional de la Mujer Campesina. Fue entonces que Rosalía decidió estudiar hasta graduarse como enfermera. Una profesión que, debido a la discriminación y los prejuicios, no encajaba en los proyectos de una campesina de pollera. Pero, su éxito continuó hasta sacar profesionales a sus cuatro hijos.

Rosalía y Susana, son solo dos de las miles de mujeres que cambiaron su destino hacia el éxito laboral, familiar y personal, gracias a Fernández.

INICIOS

Lucy cuenta que ella también empezó a trabajar muy joven, luego al quedar viuda, la vida le enseñó a salir adelante por sí misma. A sus 17 años, Celia Vargas, una joven que retornó de Estados Unidos, la formó como Educadora del Hogar. "Ella me hizo ver la problemática de la mujer en la educación", cuenta Lucy y explicó que desde entonces entregó su vida al campesino.

En un examen de competencia calificó entre decenas de postulantes para iniciar el voluntariado en el Servicio Agrícola Interamericano. Empezó en Capinota, pero su trabajo la llevó por decenas de comunidades como Montero, Portachuelo, Buena Vista, K´uchu Punata, Valle Grande y Comarapa, entre otros.

La nombraron jefe de entrenamiento de personal para la educación de la mujer. Posteriormente, una orden "desde arriba" llegó para que su programa sea transferido al Ministerio de Agricultura y fue entonces que se retiró.

Cuando tenía 25 años, ingresó a otro proyecto financiado por la Iglesia católica, con similares características. Este proyecto, denominado ARADO, centraba su atención en la participación del campesino en las labores y mejoramiento de la agricultura, así como la vivienda, educación, salud y capacitación de líderes.

En esta etapa la participación de hombres y mujeres, en igual condición, era uno de los mayores logros, y fue entonces que empezaron organizándose en clubes denominados "Clubes Cuatro S" que integraban conceptos de vida, fundamentales para la buena convivencia. Saber: con cabeza más sana; Sentir: con un corazón más puro y honrado; Servir: con manos más activas; y Ser: vigoroso y limpio.

En esta tarea trabajó por varios años y, gracias a que tuvo la oportunidad de estudiar, ingresó como trabajadora social al hospital E. Seton. Desde entonces orientó su trabajo a la salud y se vinculó con la Cámara Junior de Cochabamba.

Junto a esta institución y un grupo de monjas, que en ese entonces administraban el hospital Seton, lograron organizar a las comunidades y consiguieron un apoyo financiero de 120 mil dólares que les permitió mejorar y construir algunas casas, además de perforar seis pozos para el servicio de agua potable, en una época en la que las enfermedades por falta de este servicio eran el pan de cada día, de ahí su importancia e impacto.

JUBILACIÓN

Al llegar el tiempo de su jubilación, entregó su vida a un voluntariado y fundó la Legión de Lucha Contra el Cáncer en Quillacollo.

Buscaron los incentivos de los residentes para la creación del primer Centro de Detección Temprana del Cáncer, junto a los doctores Rojas del Pozo y Pereira.

Al trasladar su lugar de residencia, de Quillacollo a Cochabamba, continuó el trabajo con la Legión del Cáncer. Años después fue afectada por paperas y le detectaron diabetes. En aquellos años (hace 25 años) mucha gente perdía manos y piernas a causa de esta enfermedad.

Esto tampoco la detuvo y creó la Fundación Centro Vivir con Diabetes, instancia que congregó la ayuda de varios especialistas que voluntariamente trabajan, hasta el día de hoy, en la orientación y así evitar amputaciones.

Paralelamente, continúa el trabajo con profesionales médicos en la Legión del Cáncer con quienes están impulsando el primer Hospital del Cáncer, en Sacaba, que aún está en construcción.

Biografía

Lucy Beatriz Fernández Prado, nació el 25 de abril de 1935 en la ciudad de Cochabamba.

Sus padres fueron el quillacolleño José Quintín Fernández y la tapacareña Eloisa Prado Cardozo.

Sus hermanos, René, Óscar, Martha y Nancy.

Se casó con Wilfredo Rojas Cossío, quien falleció cuando su hija Marcela, tenía 8 años de edad.

Además de su labor como voluntaria, se dedicó también al cuidado de sus nietas y ahora de sus bisnietos.

Apoyo

Trabajó junto al doctor Sánchez Carranza con cursos de capacitación y orientación para personas con diabetes.

También crearon el primer consultorio médico para diabetes en el Hospital Boliviano Americano en la avenida San Martín de Cochabamba, que hasta el día de hoy continúa recibiendo el apoyo de médicos voluntarios.

Trabajo

La búsqueda constante de ayuda permitió que la doctora Elizabeth Duarte de Muñoz se sumara a la causa y cedió su consultorio para la consulta semigratuita para fortalecer la prevención de la diabetes.

Actualmente, 165 pacientes reciben charlas educativas gratuitas todos los sábados.