Friday, December 30, 2016

El docente boliviano que triunfa en el TEC de Monterrey

Rafael Vargas Chacón terminó su maestría en Sistemas Electrónicos en el Tecnológico de Monterrey (México) hace apenas unos días, pero el éxito en su carrera no lo consiguió precisamente por ser estudiante. El joven boliviano de 28 años es docente en el país azteca y además desarrolla proyectos innovadores para empresas mexicanas y bolivianas.

Después de un año de constantes entrevistas y el envío de documentación y correos electrónicos, finalmente Rafael consiguió ser becario en docencia en 2014 en la misma universidad donde cursó la maestría.

Su experiencia ha sido excelente. "He dado diferentes clases de laboratorio de materias como control automático, instrumentación, redes industriales y automatización de procesos a estudiantes de ingeniería mecatrónica, ingeniería en sistemas digitales, ingeniería mecánica, ingeniería en tecnologías electrónicas, incluso ingeniería química y biomédica”, cuenta.

El nivel de la enseñanza en el TEC de Monterrey es muy alto y esto también ha sido una oportunidad para Rafael porque aprendió tanto de la docencia como de la propia maestría.

En 2014, junto con Vargas llegó a México otro boliviano para cursar la misma maestría pero en otra modalidad. Los dos compatriotas resaltaron entre las decenas de compañeros extranjeros.

"Es fácil percibir que los bolivianos cobran notoriedad por su capacidad y dedicación, aunque seamos una minoría entre muchos peruanos, ecuatorianos y colombianos”.

Parecería que esa "desventaja” motivó más a Rafael para poder destacarse entre decenas de becarios. Su constancia y talento en el mundo electrónico le permitió ser premiado en diferentes hackathons.

Uno de los primeros concursos que ganó fue en febrero de este año con un sistema de entrenamiento para trampolín de olimpiadas, lo desarrolló junto con un compatriota y un mexicano, el proyecto fue auspiciado por Intel y Microsoft. "Le pusimos sensores a un trampolín que imprimimos a escala en 3D y en una aplicación para iPhone se desplegaban datos estadísticos como la cantidad de saltos que daba el atleta, cuánto se desplazaba del centro de la cama elástica y el tiempo de vuelo, datos que son de interés en esa disciplina”, cuenta.

En mayo de este año participó en otro hackathon en el que el objetivo fue realizar una máquina de movimiento perpetuo completamente impreso en 3D. "Diseñamos un sistema de bombeo de agua autoalimentado”. Con este proyecto también obtuvo el primer lugar.

Un hackathon es un concurso tecnológico en el que en 24 horas ininterrumpidas se tiene que desarrollar un proyecto de software o hardware, o ambos. Algunos desarrollan apps, páginas web, juegos o algún gadget o wearable. "Por el tiempo sólo se logra hacer un prototipo funcional y se debe realizar un pitch al final para presentar el resultado ante un jurado, que es cuando agradeces que tu mamá te haya metido a esos cursos de oratoria o que en el colegio hayas expuesto tantas veces frente a toda la clase”, comenta.

Abriendo puertas

El participar y obtener los primeros lugares en hackathons le abrió las puertas para hacerse conocer y obtener proyectos con empresas reconocidas en México y también en Bolivia.

Lo que Rafael remarca es que si bien en la UMSA -en la que estudió pregrado- y también en otras bolivianas, se sientan bases sólidas en las diferentes carreras, lo que hace falta es esa articulación entre instituciones de educación superior con empresas que faciliten que el estudiante pueda optar por un trabajo y desarrollar proyectos de gran impacto.

La participación en un hackathon, en el que Rafael hizo un juego de realidad virtual que tenía como objetivo funcionar como ejercicios de rehabilitación para niños con discapacidad motriz, hizo que pudiera participar en otro de más alto nivel en Cancún, organizado por el Gobierno mexicano de donde él y su equipo regresaron con varios premios.

"Todo esto hizo que más gente nos contactara y ahora estamos con unos proyectos para una empresa de marketing y otra de drones que quieren aplicar la tecnología que pudimos desarrollar”, explica. Él mantiene contacto con una firma en La Paz que también trabaja con realidad virtual y tiene proyectos en común.

Rafael agradece al TEC de Monterrey por todas las condiciones que le brinda para que se siga aprendiendo e innovando porque esta casa de estudios fomenta el emprendimiento y genera resultados positivos.

La idea de volver a Bolivia le da vueltas la cabeza, piensa en aplicar todo lo que aprendió. Si regresa quisiera dar cátedra. "Creo firmemente que compartir el conocimiento genera más conocimiento y necesitamos que las empresas públicas y privadas apoyen al desarrollo e investigación”, asegura.

Una de sus metas es que en Bolivia se realicen más hackathons para estudiantes, tiene la certeza que en el país se puede generar tecnología propia y se puede apostar a exportar innovaciones bolivianas.

El profesional está en su tierra ahora y prefiere no pensar en si quedarse o volver a México a seguir creciendo. Rafael quiere seguir descubriendo el mundo de la electrónica, pero aclara que aunque se extraña mucho Bolivia, no hay que dejar escapar ninguna oportunidad.



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