Sunday, November 9, 2014

Arminda se convirtió en ángel guardián de comunidades pobres

Arminda Mercado Parada dejó su natal Montero en 1973 para migrar a Basilea (Suiza) por persecución política a su esposo, de quien ahora está divorciada. Lo hizo junto con sus dos hijos pequeños. Sin embargo, durante todos estos años ella no se ha desligado del país, al contrario, una frase de su tía, que era directora de la escuela Elvira Fría, caló hondo en ella, por lo que decidió aportar a la educación de los niños de las comunidades rurales Cruz Soleto y Naicó, ubicadas a 15 km y 18 km de Montero, respectivamente.

“Los niños son el futuro del país”, fue la frase de su tía que quedó grabada en Arminda, por lo que en principio decidió enviar libros, lápices de colores, cuadernos y otros materiales escolares desde Suiza. Desde ahí su labor no paró más.

La decisión de ayudar a estas dos comunidades rurales la tomó debido a los recuerdos que tiene desde su infancia, cuando su papá la llevaba de vacaciones a ambos pueblos, donde él tenía una hacienda. Allí los niños pasaban clases en una casita de motacú y escribían sobre sus piernas.
Luego creó una organización para continuar su labor.

En 1980 formó el Comité Educacional pro Santa Cruz base Suiza. Con eventos culturales y culinarios recaudó dinero para construir la primera escuela en la comunidad Cruz Soleto, en 1982. Posteriormente, se edificaron viviendas para los maestros y se implementó un taller de costura y otro de música.
Asimismo, hizo la primera edificación para la Facultad del Norte (Finor), con ayuda del sacerdote Peregrino Ziobro y de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. “Nosotros pusimos la primera gota y ellos (Uagrm) han hecho un manantial”, afirma.

También puso en marcha un programa de becas de estudio para jóvenes de escasos recursos económicos. Tres años más tarde de haber iniciado obras en Cruz Soleto, repitió la misma labor en la comunidad Naicó. Desde hace 25 años los profesores de ambas localidades reciben una gratificación por la dedicación que tienen con los chicos.

“Les pedimos que se ocupen de los niños con problemas y que sean más creativos”, afirmó. Doña Arminda cree que apostar por la educación es un proceso cuyos resultados se ven a largo plazo, por eso hasta ahora sigue ayudando a los niños y a los padres de familia de estas comunidades.
Desde hace más de 30 años, son cientos los proyectos que impulsa esta filántropa boliviana desde Suiza. Los fondos son captados de benefactores que hacen un aporte mensual o anual.

Actualmente, sus hijos Patricia y Ramiro Saavedra Mercado le siguen los pasos. Ambos son parte de la directiva del Comité Educacional pro Santa Cruz base Suiza. “Ellos han crecido viendo y ayudando en las actividades”, dice

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