Wednesday, January 13, 2016

Miguel Mealla, el boliviano que colorea una serie animada de Lego

Desde siempre le gustó observar los movimientos con los que se articulaba el mundo y los dibujos animados. Con los años decidió ser la persona que le diera vida a esos dibujos que veía desde niño. Ha participado de las producciones animadas más importantes del país y actualmente se encuentra en Dinamarca trabajando en una serie animada para Lego.

Para Miguel Mealla Black, de 32 años, ver dibujos animados como Los Picapiedra o Looney Toons era como viajar a un mundo divertido. Un buen día descubrió cómo se hacían y se dijo a sí mismo: "¿Es así como funciona? ¡Wow! Eso es lo que quiero hacer”. Y lo hizo.


Hoy se encuentra en la ciudad danesa de Aarhus y sus horas laborales se desarrollan en las instalaciones de Ja Films. "Es un estudio que se dedica a la animación. Estoy hace un mes trabajando en la parte de color de Lego Elves, una serie animada para Lego (...). Tengo entendido que el producto final será difundido en mayo o junio”, relata el animador paceño, que debido a una cláusula de confidencialidad no puede revelar más detalles.

Lego Elves, o Lego Elfos en español, es una serie animada de televisión producida en el estudio danés. En Estados Unidos, el primer episodio se transmitió por Disney Channel en marzo de 2015. La serie se complementa con una línea de juguetes y una aplicación como se muestra en www.lego.com.

La historia inicia cuando la joven Emily Jones descubre que tiene el poder de abrir un portal al mágico mundo de Elvendale. Para regresar a la Tierra debe buscar cuatro llaves con la ayuda de varios elfos.

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Dar vida a los personajes
Mealla es licenciado en comunicación social especializado en animación 2D (dos dimensiones). Descubrió lo que quería hacer en la vida a una temprana edad, pero recuerda que tomar esa decisión en una sociedad bastante conservadora como la paceña no fue lo ideal.

Detalla que la persona que se dedica a hacer "dibujitos”, un término despectivo que usan algunas personas, es considerada bohemia, con preferencia por las sustancias controladas y sin dinero. A pesar de ello, decidió estudiar una carrera que más se acercara a lo que quería hacer para luego especializarse.

En 2009 asistió a un taller de animación dictado por Iván Castro, en el cual empezó a entender cómo se hacen los dibujos animados, cómo funcionan, cuáles son los pasos. Al finalizar, buscó libros, comenzó a dibujar en forma empírica y a hacer sus propias animaciones que, según dice, eran "horribles”.



El mismo año fue seleccionado para el taller de animación que impartió la Escuela de Animación de Dinamarca en La Paz. El resto es historia. Su primer trabajo profesional fue en la entrañable película La Abuela Grillo, participó en el documental argentino La Educación Prohibida, junto al historietista Joaquín Cuevas, y además en los cortos Historias Contaminadas, junto a uno de los artistas que más admira: Al Azar (Alejandro Salazar).

Su trabajo consiste en hacer que los personajes dibujados cobren vida en las pantallas a través del movimiento. "Siempre me gustó ver con detenimiento cómo funciona el mundo. Poder entender cómo se mueven (las personas, los objetos), qué es lo que hacen y luego representarlos en el papel -o la computadora- es un proceso que me hace sentir como un niño jugando con su ‘carrito’ favorito”, explica.



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En 2015 trabajó en tres cortos que se prevé serán estrenados este año: Buenas Intenciones, dirigido por Julio Barragán; La Caldera Heredada, de Pablo Gozalves, y Amalimbo, de Juan Libossart. Este último es una co-producción entre Suecia, Dinamarca y Estonia, en la que tuvo la oportunidad de animar una de las escenas.
Un portafolio y Dinamarca

Estaba concluyendo todos sus pendientes laborales de 2015 y pensaba en lo que iba a hacer este año. Un amigo le comentó que un estudio en Dinamarca buscaba personal para el área de color. A pesar de tener dudas envió su portafolio, "showreel” (video que reseña el trabajo de un artista) y currículum.



"Me decía, a mí mismo, ‘no creo que les parezca nada bueno, pero que sea lo que tenga que ser’. Como tres días después recibí un correo haciéndome una oferta formal para trabajar en Ja Films. Así que, bueno, no dudé un segundo y acepté”.

En cuanto a las diferencias en el campo de la animación entre Bolivia y Dinamarca, Mealla comenta que la más evidente es que Bolivia recién se está empezando a hacer carrera en este rubro. En cambio en el país europeo tienen una industria establecida hace varios años.

En Dinamarca, según comenta, se cuenta con una sistematización del proceso para hacer las cosas, por ejemplo, en la dinámica de trabajo. Hasta ahora nunca había estado en una producción tan grande, trabaja con 25 colegas en el estudio y con otros 40 que están en Asia. Es un equipo numeroso.



Dicha dinámica conlleva una organización muy elaborada, un lenguaje y una "nomenclatura” común, además de comunicación constante. Después de un mes de estar en Dinamarca, dice que extraña mucho a su familia, amigos y a su perrita. Pero además echa de menos la comida: la marraqueta y la llajua.

"Pero bueno, esto es parte de la vida, si mi presente y futuro se construyen en Europa, pues que así sea. Y si mañana me toca ir por Asia o Australia, o a cualquier otro lugar del mundo, pues ya el tiempo lo dirá”, finaliza.
Mealla se considera un afortunado porque su trabajo le da la oportunidad de viajar haciendo lo que le gusta.



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