Sunday, June 30, 2013

Todo es posible En su afán por ser un chico común y corriente, ‘rafa’ se volvió un ser especial

Hoy se puso una polera tipo polo color verde con rayas blancas y unas ‘pantalonetas’ que compró en el mercado. Su cabello ensortijado ya lleva varias horas sin peinarse y está listo para su primera entrevista por Skype. No es que se esté estrenando frente al computador ni que sea primerizo dando entrevistas, Rafael Reyes Velasco, ‘Rafa’ para los amigos, está acostumbrado a contar su historia desde que el canal de TV de National Geographic lo descubriera para el resto del mundo en su serie Gente Única, a principios de año.

Antes de someterse al interrogatorio que sabe que se viene para esta entrevista, repasa mentalmente sus 31 años de existencia y llega a la conclusión de que está en paz con la vida y con el destino, que no tiene nada que reclamarles, es más, es un muchacho feliz a pesar de que su hermano Andrés, 10 años menor, casi le duplica en estatura.

Respira aliviado porque hasta ahora no ha habido algo que él quisiera con vehemencia y no lo hubiera logrado. No tener brazos ni piernas no fue fácil, pero tampoco fue un motivo para sentir lástima por sí mismo.

La historia de Rafael podría hacer caer unas cuantas lágrimas a quien la escuche, pero él mismo se encarga de que no sea así. Es más, siempre hace gala de su contagiosa risa.

No alcanza siquiera el metro de estatura y en lugar de rodillas tiene muñones curtidos porque con ellos pisa el suelo y se sostiene arriba de una patineta que, desde que tenía seis años, se convirtió en su vehículo favorito de locomoción.

Si antes no podía evitar las miradas de los curiosos que no ocultaban su asombro al verlo en su condición especial, ahora se mueve con más confianza porque se sabe reconocido, más de uno se le acerca para decirle: “Eres tú, el muchacho de Nat Geo, te felicito, eres un ejemplo para mí”.

Pero ‘Rafa’ en realidad nunca o casi nunca se sintió mal, siempre supo manejar la situación, tal vez porque desde que tenía dos años y medio sus padres, Luis Álvaro Reyes y Betty Velasco, se mudaron de su natal Colombia hasta México, donde escucharon sobre un centro especializado en el que podían ayudarlo a convertirse en lo que ellos se habían propuesto: una persona normal.

Pero este joven sonriente de cabello crespo, a veces enmarañado y otras bien lamido, recogido en una cola, sobrepasó las expectativas. Es autosuficiente, fue a la universidad y se graduó de ingeniero biomédico, toca el bajo en un grupo musical y da charlas de superación personal, lo que lo mantiene muy ocupado desde las 6:00 hasta las 23:00. Bien puede estar conduciendo su automóvil, buceando o paseando con su novia.

Al escucharlo tan alegre, cuesta imaginar que guarde un ápice de rencor. El humor negro lo caracteriza y le sirvió muchas veces para ganarle la moral a algún compañero que quiso pasarse de listo y burlarse de su condición.

Cree con vehemencia que en los momentos de crisis es cuando puede salir a relucir lo mejor de las personas.

Este colombiano es uno entre 20.000 personas que nació con una rara condición llamada focomelia, que es la ausencia de elementos óseos y musculares en las extremidades superiores o inferiores. Le tocó a él padecerla debido a que su madre, estando embarazada, sufrió un accidente automovilístico y la expusieron a rayos X.

Si esto no hubiera pasado, la vida de ‘Rafa’ sería otra, tal vez el sería un chico común y corriente que camina por ahí...pero las cosas se dieron de otra manera. Ahora él camina por ahí, pero a mayor velocidad, en completo dominio de su patineta, provocando admiración por donde va, convertido en un luchador en el cuadrilátero de la vida que cada día tiene un nuevo reto para su pequeña gran persona.

Sí, Rafael no es un muchacho común y corriente, más bien es especial.

Motivar a la gente con el ejemplo propio

Sos una persona muy ocupada ¿en qué estás trabajando ahora?

Uy sí, principalmente por mi trabajo de ingeniería. Estoy con varios proyectos, haciendo adaptaciones para personas con alguna discapacidad. Ahora mismo estoy en un proyecto para transformar de modo fácil una silla de ruedas común en una motorizada.

Por otro lado, doy conferencias y también está mi lado musical; soy bajista. Lo de la música comenzó a los 17, primero tocaba el pandero y hacía coros en un grupo versátil, después fui aprendiendo a tocar el bajo y ahora soy bajista. Soy roquero, principalmente, pero he tocado todo tipo de música, desde cumbia, salsa, pop hasta rock, pero lo que me llama más la atención es tocar rock, por eso tengo el pelo largo (risas).

Mi grupo lo integra un baterista, un guitarrista y dicen que por mi condición yo soy ‘medio bajista’, entonces tenemos por nombre Dos y medio (risas).

Normalmente mi amigo Mauricio, el guitarrista, es el que canta y escribe la música y yo hago las letras. No somos muy famosos, pero salimos a tocar a un bar o a un salón de eventos.

También viajo bastante, más por la cuestión de las charlas. Conozco EEUU, Canadá, México, Honduras y Colombia.

¿Qué es lo más bonito que has experimentado al tratar de ayudar a otra gente con el mensaje que llevás?

Lo que me llena es que las personas salen de mis charlas muy motivadas. Una chica el otro día me dijo: “Oye, yo pensaba que tú ibas a hablar de tu vida, que iba a ser una cuestión triste y vine predispuesta a llorar con tu historia de vida, pero al contrario, tu charla, tu personalidad, son muy alegres”. De hecho, yo digo que mis presentaciones son un show cómico-mágico-musical (risas).

Por ese lado creo que les gusta mis charlas, por ese toque que da la risa, esos buenos ratos. Me dicen: “Me voy supermotivado, me reí mucho”.

¿Hace cuánto que das estas charlas y cómo es que se te ocurrió que podías motivar haciendo esto?

En realidad a mí no se me ocurrió, esto fue por una amiga. Yo tenía como 17 años, estaba en preparatoria y ella estaba en otro colegio. Un día me dijo: “Le platiqué a mi maestro de ti y me preguntó si quieres ir a la escuela para que hables con mis compañeros”.

Yo no tenía ningún tipo de experiencia en el asunto, pero le dije sí; desde ahí me gustó. No fue algo que yo busqué.

Debe sentirse muy bien saber que has ayudado a muchas personas igual que vos o con algún otro obstáculo en su vida...

Ha habido muchísimos mensajes en Facebook, en especial después de que salió el documental en Nat Geo, la mayoría es de felicitaciones hasta de gente que me ha dicho: “Rafa, sin saberlo me ayudaste” y ha habido casos que me han impactado, uno en especial que me dejó el siguiente mensaje: “Yo estaba pensando en el suicidio y vi tu documental y ahora veo la vida de otro color”. Sin saberlo, he ayudado a otros y la verdad se siente muy bonito.

La superación personal

Sos muy positivo, casi siempre estás contento… ¿cómo hacés para tener ese carácter

Siento que me viene en los genes, todos en mi familia son muy alegres, animosos. Cuando hay fiesta familiar -me han tocado muy pocas porque ellos están en Colombia y yo en México- nunca falta la risa, los chistes, entonces eso ya lo traigo en los genes.

¿Necesitaste de algún apoyo profesional para ayudarte a asimilar tus capacidades, tus dificultades, o lo hiciste solo?, ¿qué papel jugó tu familia?

Mi familia jugó un papel esencial desde el momento en que decidió apoyarme en todo lo que yo quisiera ser y no verme como una persona con discapacidad, sino como un hijo más.

Otra cuestión es que durante mi proceso de rehabilitación también tuve apoyo sicológico. Yo estuve en rehabilitación desde los tres años de edad, esa parte la verdad no la recuerdo porque estaba muy pequeño, pero mi mamá me cuenta que como parte de la rehabilitación también iba con una sicóloga.

Después, cuando crecí, tenía algunas dificultades, como toda persona. Un amigo que es sicólogo, que conocí por un programa de radio, me ayudó en esa etapa de mi vida. Más que ayudarme, fue como que me escuchó y desde su punto de vista profesional me empujó a seguir mi camino y ahora somos buenos amigos.

¿Podés decir que la pasaste mal en algún momento de tus 30 años?

Sí, en ciertas temporadas, pues la vida es de tonalidades, no todo es blanco y no todo es negro. Ha habido ratitos en los cuales de repente me he sentido deprimido, desganado, pero lo importante es saber superar los problemas.

Hay una frase que es de Albert Einstein que habla sobre los momentos de crisis y, la verdad, he sabido aprovecharlos y hasta disfrutarlos, pues es en esos momentos de crisis cuando la gente empieza a desarrollar habilidades, empieza a descubrirse y a crecer como persona.

¿Acudiste a la escuela como el resto de los chicos o tuviste una educación especial?

Mi mamá siempre quiso que yo estuviera en una escuela regular, ella cuenta que me veía como una persona común y corriente, entonces no tenía por qué estar en una escuela especial.

¿Cómo se portaron con vos los chicos?

La verdad muy bien, siempre he encontrado en toda mi vida gente muy amable; por ahí siempre hay alguien que se quiere pasar de listo, pero es parte de mi personalidad la risa, el humor; entonces, cuando se han intentado burlar de mí, salgo con humor negro, ya con eso en vez de seguirme atacando se atacan de la risa ellos. Esa ha sido mi manera de evitar esas situaciones y, a veces, de hacer de mis enemigos mis amigos.

¿En qué consiste la Ingeniería Biomédica, tu profesión?

Es la que se encarga de toda la tecnología en Medicina, desde aparatos electrónicos, como rayos X, tomógrafos, hasta camillas, cuestiones para hacer ejercicios. Es la tecnología aplicada en algún área de salud.

¿Cómo te va mejor, siendo biomédico o dando conferencias? ¿dónde hay más ganancia?

En las dos, porque a pesar de que el enfoque es hacer adaptaciones a bajo costo, hay mucha gente. Entonces, digamos que los ingresos que tengo por cada caso son pocos, pero como hay tanta gente me va bien y, de paso, termino ayudando a la gente. En la cuestión de conferencias pues doy muchas y ayudo a muchas personas, por eso estoy feliz.

¿Qué planes tenés para tus ahorros?

Ahora quiero formar una familia, es como mi plan a futuro, tal vez tener un apartamento, una casita, eso en plan personal. En lo profesional quiero seguir ayudando a mucha gente y, si todo sigue bien, tener una fundación que colabore a personas con discapacidad.





Una vida normal

Entonces, ¿tenés novia o la estás buscando?

Sí, ahorita tengo, se llama Carla, es maestra de educación especial, trata a alumnos con alguna discapacidad o con aptitudes sobresalientes. Ella se encarga de ayudarlos y de asesorarlos para salir adelante. Vamos para cinco meses juntos y la historia de cómo nos conocimos fue muy graciosa. Fue en una conferencia, ella organizó una semana de la discapacidad, me contactó para que vaya a dar una charla y salió el flechazo. De ahí nos empezamos a tratar más y ahora somos novios.

Si en tus planes está formar una familia, vas a tener que ayudar en los quehaceres de la casa y no tenés excusa...

Eso es lo malo, que a mi novia ya no le puedo decir ¿qué crees? no te puedo ayudar. Me va a poner a trapear, a lavar platos, lo único que no puedo hacer es cocinar porque se me quema el agua cuando la estoy hirviendo (risas). Me encanta comer, pero cocinando soy bien malo.

¿Hace cuánto que dominás la patineta? se ha convertido prácticamente en tus pies...

Ando desde que tenía 6 años, es muchísimo tiempo. Yo digo, en tono de broma, que la vida no me dio dos pies de carne, pero me dio otros dos pares que son la patineta y las prótesis, entonces puedo escoger.

No usás mucho las prótesis, parece que estás más cómodo sin ellas y que no las necesitás...

Sí, mis capacidades han sobrepasado la tecnología que hasta el momento ha estado a mi alcance y en lugar de ayudarme llegan a limitarme. Esa es una de las razones por las que no las uso.

Además tienen peso y llegan a cansarme durante el día, porque empiezo mi jornada a las 5:30 hasta 23:00, por lo tanto, con prótesis un trajín de esa magnitud me cansaba en extremo.

¿Qué preferís, manejar o estar arriba de la patineta?

Uy, no sé... para movilizarme a cualquier lado siempre he usado la patineta y, hasta hace dos años, todo el tiempo había sido patineta y transporte público. Y ahora, aunque ya manejo, siempre pongo en el asiento de atrás mi patineta, llego donde tengo que llegar y luego a patinar.

Es más práctico la patineta y en cuestiones de distancias largas, es mejor en camioneta.

Hablando de conducción, ¿qué tal es manejar en el D.F.?

Esta es una de las ciudades más pobladas del mundo y debe ser la que más autos debe tener. El caos que se forma es grande, pero ya me amañé, como dicen.

¿No se te quedan mirando atónitos cuando te ven manejando sin tener extremidades?

Me ha pasado, sobre todo con policías de tránsito, no me han parado por una infracción, sino por una revisión y entonces me piden que me orille para revisar que todo esté bien. Cuando me piden mis papeles y se los alcanzo sin tener manos, como que se asombran y hasta se ponen nerviosos. Hay otros que me dicen: “Joven, lo felicito, qué increíble”. Me han pasado cosas muy divertidas, sobre todo con los oficiales de tránsito.

¿Hubo alguna vez algo que querías hacer y te sentiste limitado?

No, cuando hay algo que me gusta o me interesa hacer veo el modo de cómo concretarlo, eso me lo inculcaron mis papás, siempre me han dicho: “Tú puedes, nunca te sientas menos, puedes hacer todo lo que te propongas”, y hasta la fecha así ha sido, gracias a Dios.

¿Dónde comprás tu ropa?

En todos lados, de repente si voy a algún ‘tianguis’ (mercados callejeros, sobre ruedas) y veo algo bonito, me lo compro. Eso en cuestión de camisetas, sudaderas, chaquetas y eso. Pero mis shorts y ‘pantalonetas’ me los hace una amiga de la familia que es costurera; cuando quiero que sean elegantes me los confecciona con tela fina, para otras ocasiones me los elabora de bluyín; se podría decir que mis ‘pantalonetas’ son de diseñador (risas).

Por todo lo que has vivido sos la persona adecuada para llegar con tu mensaje de aliento a aquellos que creen que por ser diferentes están en desventaja en la vida, ¿qué les dirías?

El primer paso es la aceptación, pero ¿cómo llegas a eso? Dándote cuenta de que todos somos iguales. Siempre hago una dinámica en mis conferencias, le digo a todo el auditorio que levante su mano derecha y la pongan en su lado izquierdo, en su pecho. Le pido que se concentre para ver qué es lo que siente y qué escucha. Y todos sienten un corazón, entonces les digo que el tener un corazón nos convierte en personas, por lo tanto nos hace iguales a todos.

No tienes por qué sentirte menos que los otros. Todos tenemos un corazón por dentro y por fuera somos personas con cabello lacio o crespo, somos blancos o morenos, somos altos o bajos, flacos o gordos. Eso es lo bonito del mundo, que somos diferentes por fuera y tenemos diferentes habilidades, pero nos complementamos unos con otros. Siempre invito a la gente a que celebre las diferencias.

Hay personas con discapacidades físicas, pero lo más triste es que haya otras incapacitadas de espíritu y del corazón.

Quienes se limitan a sí mismos, tienen miedo, pero eso se puede solucionar.

Lo más triste es cuando hay discapacidad para amar, esas cosas sí son irremediables. Es terrible llegar al último de tus días lleno de amargura y de odio... esa sí que yo digo que es la única discapacidad que existe en el mundo

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